El rapero Josep Miquel Arenas, más conocido como Valtònyc, ha regresado a Mallorca tras haber permanecido durante cinco años en Bruselas al haber prescrito la condena de tres años y medio de cárcel por los delitos de enaltecimiento del terrorismo, incitación a la violencia, apología del odio ideológico e injurias a la Corona en afirmaciones difundidas a través de sus canciones. Arenas tiene aún pendiente, el 21 de noviembre, otro juicio en Sevilla, por los delitos de provocación para cometer un atentado y amenazas al haber animado a «matar a un puto guardia civil» durante un concierto en Marinaleda. Las canciones, expresiones y críticas difundidas por el rapero pero provocan controversia.
Para unos es un referente de la lucha por la libertad de expresión y la dignidad política. Para otros es un malhechor al amenazar, difundir mensajes de odio e incitar actos violentos contra las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, la Fiscalía y la Jefatura del Estado, o sea, la Corona. La pena de prisión impuesta por la Audiencia Nacional fue considerada excesiva por muchos. Las amenazas y provocaciones que vulneran el acuerdo social, generan malestar al zaherir a personas e instituciones, tenían que haberse sustanciado con sanciones económicas. Libertad de expresión, sí, pero con los límites que fija la ley.