El hombre del traje oscuro y la corbata a juego, subió con rapidez los escalones del edificio, situado en la céntrica "Arravaleta Street". Al llegar al primer piso, se encontró con la placa que rezaba: "Felipe Marlou. Detective privado. Entre sin llamar".
En el recibidor, una mujer de mediana edad, rolliza y de rostro angelical, que hacía un par de horas que intentaba resolver un sudoku, le obsequió con su amable sonrisa.
- Buenos días, ¿qué desea?
- He concertado una cita por teléfono. Me llamo Andreu Freixenet.
- ¡Ah, si! Siéntese un momento, por favor. El señor Marlou le atenderá enseguida.
Se entretuvo admirando, en la pared, las fotografías de Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Unos minutos más tarde, le hicieron pasar. Se encontró con alguien más parecido a Alfred Hitchcock. Tras la desordenada mesa del despacho, un hombre algo obeso, de aspecto bonachón y mirada sagaz, le preguntó cortésmente.
- Usted dirá en qué puedo ayudarlo, señor Camps…
- Verá… mi cuñado, un empresario muy conocido en la ciudad, ha desaparecido. Necesito su ayuda para encontrarlo.
- Ummm… sí, están desapareciendo empresarios, últimamente. El tema es preocupante.
Dígame: ¿Cuándo lo vio por última vez?
- El viernes pasado. Se fue al banco a pedir un crédito.
- ¿Sabe si tenía enemigos?
- Bueno, sus trabajadores se quejaban a veces, y algunos decían pestes de él, pero no era nada personal. Desde que no está, todos le echan de menos… De todas formas, a veces me había confesado que la suya, era una profesión de riesgo…
Cuando el investigador privado hubo recopilado cuantos datos creyó necesarios para iniciar sus pesquisas, se despidieron sin más dilación, quedando ya citados para la semana siguiente. Antes de irse, el detective Maslou le prometió total discreción, y mantenerlo al corriente de todas las novedades que se fuesen produciendo sobre el caso.
- Doña Emilia – dijo con voz firme y resolutiva – Búsqueme los datos de los empresarios que han desaparecido en lo que va de año. Me voy a investigar sobre el terreno. Empezaré por Hacienda… Y llámeme al móvil si surge algo nuevo.
Intuyó que tenía algo gordo entre manos. Unas cuantas familias dependían de sus indagaciones para subsistir. Se sintió importante por primera vez en muchos meses. Rápidamente bajó a la calle y pronto pasó desapercibido, confundiéndose entre la gente que pasaba por allí distraída. Pensó que la noticia estaría a punto de aparecer en la prensa, causando la natural alarma entre la población. Así que no había tiempo que perder.