A mí me sabe mal por los zoos, lo reconozco. Son los que peor lo están llevando. Ahora, al que quiere ver fauna exótica le basta con encender la televisión, buscar un escote de escándalo o una sonrisa de postín y ya está. Porque la 'caja tonta' se está nutriendo descaradamente de toda la 'zoociedad' que las revistas del corazón le sirven en bandeja. Y claro, a mí, como a muchos, me apesta hasta el punto de apagar el televisor y a posteriori maldecir a Belenes Estebanes y compañía.
El otro día se quejaba un amigo en el Facebook sobre un programa de LaSexta que iba sobre ricachonas estúpidas que, en tiempo de crisis, se quejan porque su marido no les compra un Miró, osea. O porque el visón de turno que cedió cortésmente su pelaje para un abrigo de mil y tantos euros, no sufrió lo necesario para que la prenda luzca como merece.
La colección de mujeres florero que desfilaron por el programa y que lo hacen cada semana me hace dudar seriamente de si todos los seres humanos hemos evolucionado hacia el mismo lugar. Osea. Está la mitad del planeta sumida en una crisis de tres pares y la otra mitad, la del sur, muerta de hambre, y a los dinosaurios estos con mentalidad de adolescente 'apardalada' y con la piel más estirada que las cuerdas de una guitarra sólo les importa que el vestido no esté a juego con el color del Ferrari que lucen.
Luego está la cultura que exhiben. Resumiendo y para que te quede claro, amigo lector, su cociente intelectual es inversamente proporcional a los millones que atesoran. Vamos, que yo no las elegiría precisamente como pareja para un desafío al Trivial. En sus palacetes cuando dividen 1.000 entre 12 el resultado es enero. Para que me sigas entendiendo, osea.
Me parece muy bien que cada uno haga lo que quiera con su dinero, como si se lo quieren fumar o hacer aviones de papel. Lo que no me parece correcto es la actitud con la que aparecen en la televisión y la prepotencia que lucen. Puede que nunca sea millonario, pero si te soy sincero, amigo lector, prefiero seguir siendo persona, antes que un cretino integral, superficial y relleno, como si fuera un pastelito, de silicona.
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