Me lo pregunto una y otra vez: ¿cómo es posible? Lo veo en la televisión, en la prensa, lo oigo en la radio...y me sigo preguntando lo mismo. Ahora que han terminado los Sanfermines me pregunto cómo es posible que sigan en marcha unas fiestas en las que lo principal a comentar es si ha muerto alguna persona o cuál ha sido el número de heridos del día. El caso es que, por lo visto, a la masa le gusta la celebración, claro que sí, ¿a quién no? La cuestión sería qué necesita la sociedad para ponerse a celebrar. Yo opino que hay algunas cuestiones que sobran y ya no sólo en las famosas fiestas de Pamplona, sino en muchas de las que se llevan a cabo en España. El exceso de alcohol, la ignorancia o el furor que se crea con la multitud, entre otras tantas razones, consiguen que no se vea más allá, que se olvide que hay ciertas costumbres que no tienen justificación. Decía un antiguo filósofo que el hombre es un animal que tiende a unirse a aquello que le interesa pasando por alto el mal ajeno. Y yo sigo preguntándome cómo es posible que la masa se siga divirtiendo viendo correr la sangre.
El altavoz
La alegría de la sangre
Elena Delgado |