Durante sesenta y nueve años (treinta y nueve de los cuales he vivido de cerca), este diario ha sido portavoz y eco de infinidad de lectores a través de su sección de "Cartas al Director", acogiendo, en su seno, todas aquellas quejas o querencias que los menorquines necesitaban expresar públicamente. Se daba, así, y en manida frase, voz a los que no la tenían. En las hemerotecas, pues, ha quedado presa en letra impresa la intrahistoria unamuniana de generaciones y generaciones de cuantos, a lo largo de tan generoso espacio de tiempo, han dejado su huella en Menorca. Se podría, fácilmente, escribir la historia de la isla a través de este curioso género epistolar dirigido a multitud de anónimos receptores. Sería una historia hiper-realista, brutalmente sincera, cómica, en contadas ocasiones; dramática, las más de las veces... La postguerra, la dictadura, la transición, la democracia y la actualidad ahora vivida están contadas desde esta sección. Cada carta constituye una pequeña pieza que, unida a otras, forman como un enorme puzle cuya imagen es bellísima, porque es sincera. Ninguna de ellas pretendía obtener premio literario alguno. Simplemente compartir sentimientos; expresar una queja; huir, tal vez, de la soledad; satisfacer una perentoria necesidad comunicativa o -seamos sinceros- hacer la puñeta a quien le hirió... El pasado de Menorca está ahí. Al menos el de casi setenta años. Desordenado. Caótico. Atractivo, siempre. Y de una rabiosa humanidad. Las "Cartas al Director" del "Menorca" constituyen una espléndida novela coral, escrita por un autor colectivo y dirigida, igualmente, a un lector colectivo... No son meras palabras. Son pedazos de carne y hueso y fragmentos de vidas que, por un momento, obtuvieron notoriedad y lograron su particular inmortalidad... Y al ojearlas sé que alguien tuvo que ser sutil, muy sutil, a la hora de expresar su desaliento o su rabia contenida, porque escribía la carta en tiempo malo. Como sé que la muerte no fue olvido ya que muchos eternizaron a sus muertos en espléndidas elegías. Como sé que a alguien se le perdió un perro o se le atendió de mala manera en una tienda de... Como sé que a X le molestó el trato recibido por un médico en igual medida en que U se emocionó por la humanidad de otro. Esas cartas tienen igual importancia que los libros olvidados de Carlos Ruiz Zafón. Estaban elaboradas con palabras. Pero tenían alma y, alguien, al recortarlas y guardarlas, las adoptaba, al igual que hiciera Daniel con los libros, en la obra de Ruiz. En mi mesita duermen algunas, amarillentas todas, amadas todas. Sé, gracias a ellas, que, por ejemplo, mi padre fue un hombre muy querido o que...
Alguien pensará que los lectores nos deben gratitud. No lo niego. Pero pienso, igualmente, que esa gratitud es recíproca. Las "Cartas al director" han permitido al "Menorca" escribir, aunque fuera de forma dispersa, nuestra historia, la más cercana, la más próxima, la más verídica. Y al ser elegido como medio, canal o altavoz, se ha sentido querido. Ha llegado la hora de devolver parte de esa estima con la que ha sido -hemos sido- arropado/s.
De ahí la profunda satisfacción que siento ante la nueva sección que el próximo sábado, día 2 de Octubre, estrenará este diario bajo el acertado título de "Dic el que pens... pens el que dic" y de la que, en un evidente acto de temeridad, me han hecho hasta cierto punto responsable. Porque, entre otras cosas, supone el reconocimiento a cuantos escogieron esta casa para, sin saberlo, hacer literatura y crónica a través de sus cartas...
Hemos hablado del qué... Recordemos el cómo. Cada sábado -y el juego comienza ya- me asomaré a estas mismas páginas para comentar tres de las cartas publicadas durante la semana, que se convertirán así en "seleccionadas" y que optarán, pues, a ser premiadas al final de la quincena. Transcurrida ésta, se elegirán otras tres y se sabrá el nombre del ganador y la argumentación que sustenta la decisión. La carta premiada será reproducida de nuevo y su autor recibirá como premio un bolígrafo de gran calidad gracias al patrocinio de "Didasko". Al cabo de siete días la foto del ganador aparecerá en la sección, justo en el momento de recibir el galardón. Y el proceso seguirá hasta que ustedes decidan lo contrario. Porque serán ustedes, con sus textos, quienes den razón de ser a "Dic el que pens...pens el que dic"... ¿Cómo? Sí, naturalmente, lo puedo repetir. Primer sábado: cartas seleccionadas. Segundo sábado, primera quincena: tres cartas seleccionadas más y publicación de la carta premiada. Tercer sábado: tres cartas más y foto del ganador. Cuarto sábado y segunda quincena: tres nuevas cartas y nuevo premiado...
¿A valorar? El ingenio, la originalidad, la valentía, el humor, el buen uso del lenguaje - català o castellano-, la adecuada argumentación, la humanidad, el respeto, la crítica no hiriente, la denuncia...
La isla sigue latiendo. Como seguirá latiendo el corazón de quienes le dan sentido. Más allá de la ortodoxia, nuevas cartas, nuevas piezas de puzle, seguirán describiendo nuestra historia y no sólo describiéndola, sino analizándola, también. Y tras sesenta y nueve años más, otros ojos -que no los nuestros- , tal vez los de un niño como el Daniel de "La sombra del viento", se paseen por las hemerotecas para hojear las "cartas" que ahora escribimos. Y sabrán entonces que existimos y que sentimos y que fuimos fuertes y, a la vez, frágiles. Que fuimos, a la postre, humanos...