Fue al cine para distraerse un rato. Siempre le habían dicho que no se creyera todo lo que sale en las películas. En especial, si son de Hollywood. Pero a la hora de la verdad, la mayoría nos ponemos mirando hacia la meca del cine y nos dejamos seducir por sus espectaculares propuestas.
Durante el siglo XVII, en 1652, los colonos holandeses de lo que hoy es Nueva York, construyeron una pared de madera y lodo, para defenderse mejor de los ataques de los indios, y también de los británicos. Estos últimos, derribaron el muro en 1699, pero su nombre ha permanecido, después de tantos años, recordando un pasado de guerras y de conquistas sucesivas. Hoy, todos conocemos ese lugar por "Wall Street".
Y en esa estrecha calle, entre Broadway y el East River, se sitúa la Bolsa de Valores, el centro neurálgico del poder económico y financiero mundial. La película en cuestión, (continuación de otra, rodada hace años) cuenta la historia de algunos tiburones, que se mueven por entre esas aguas turbulentas, repletas de lujo y de codicia ilimitada. Siguen las antiguas reglas de un juego, llamado el sistema capitalista, que impera en el mundo desde hace siglos, y en el cual, parece que estamos todos inmersos, incluso sin saberlo. Su lema es muy sencillo: obtén el máximo beneficio. Y, por supuesto, algunos saben cómo hacerlo, mientras otros (la mayoría), vuelven siempre a la casilla de salida.
- ¿Qué te ha parecido la película? – le preguntó un amigo, días después.
- Tiene un final feliz – contestó, sin pensar demasiado.
- Como la vida misma, vamos – repuso el otro, insolente.
- El escenario cambia, pero las historias de amor permanecen.
- Eres un romántico empedernido…
- Las buenas acciones siempre suben.
- Muy gracioso, pero nunca te harás rico.
- ¡El dinero nunca duerme! reza la cartelera.
- ¿Tiene insomnio?
- Digamos que no puede descansar.
- Ni en el banco se siente seguro, últimamente.
- Algo de eso, sale en la película…
Cuando los dos besugos acabaron su diálogo, se despidieron con una sensación extraña.
Su amigo, se pasaba los "Lunes al sol" esperando encontrar algún trabajo, mientras que él, se fue "En busca del fuego" para poder fumar. Siempre se le había considerado "El hombre tranquilo" entre sus pocos amigos, pero últimamente, se sentía "Con la muerte en los talones" debido a los efectos nocivos del tabaco. Pensó, de todas formas, que era "Tiempo de valientes" y se fue "Cantando bajo la lluvia" a tomar una "Sopa de ganso" en su restaurante favorito. Como no le gustaba ver "Mujeres al borde de un ataque de nervios", algunas veces entraba en el cine, para distraerse un rato.