Las autoridades y los usuarios han celebrado este fin de semana un doble acontecimiento relacionado con el transporte, el AVE ha inaugurado la conexión Madrid-Valencia y, salvo dos tramos, permite viajar entre la capital española y la francesa. El avance es notable, signo de modernidad, comodidad y cohesión nacional y europea, un esfuerzo digno de reconocimiento y orgullo para un país que se sacude definitivamente complejos de inferioridad. Casi 20 años después de la apertura de la primera línea con motivo de la Expo de Sevilla, la nueva red de ferrocarril cubre ya una meritoria parte del territorio nacional y mantiene los planes sobre nuevos tramos, España es líder en Europa en ferrocarril de alta velocidad, uno de los pocos asuntos que además se ha desarrollado con pleno acuerdo político. Desde Menorca se contempla con asombro y admiración el decidido impulso de la Administración en un asunto de indiscutible interés general y la capacidad inversora para corregir el déficit que arrastraba el país. La condición insular, que nos priva de esa atractiva alternativa terrestre, exige compromiso en la misma medida para acertar con la solución a un problema de larga y justa reivindicación.
Editorial
La expansión de la red AVE