El presidente del Gobierno afronta mañana el debate sobre el estado de la nación con la convicción de que su etapa se ha acabado y sin más condiciones que salvar la dignidad. El duro varapalo a la política de Rodríguez Zapatero en las locales del 22-M ha restado oxígeno al último tramo de su mandato y ha abonado la opinión de adelantar las elecciones, en el Congreso ha salvado los Presupuestos y la negociación colectiva con costosas compensaciones, síntomas todo ello de una agonía que se debate entre agotar el calendario y la realidad de la calle, que acaba de expresar cambio. Es indudable que el Gobierno conserva energías en medio de la profundidad de una crisis que todo lo envuelve y que le ha llevado al líder a un difícil trance, se mueve entre la necesidad de tomar decisiones y la subordinación a las órdenes de la Unión Europea y a la desconfianza de los mercados, en ese contexto hace falta algo más que voluntad. Urgen medidas de reactivación económica, pero la trayectoria de los últimos años despierta poco optimismo sobre la capacidad de iniciativa y, en particular, sobre el impacto que han causado las anteriores en esta misma materia. Se ha agotado hasta la oportunidad de sorpresa.
Editorial
El Gobierno agota su tiempo