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Crítica es libertad

Maledicencias madrileñas

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Dedicado a Juan Carlos Ortego

Me atrevo / me permito dedicar esta "Crítica es libertad" al amigo Juan Carlos Ortego en el momento de su despedida del Diario Menorca. Discreto y reconocido profesional, su despacho siempre permaneció abierto para todos. Exquisito en el trato humano, a mí siempre me guardó el "off the record" tanto en mis tiempos con UPyD, con Ciudadanos o en temas de ICM. El PP ha hecho un soberbio fichaje (¿idea de Salvador Botella?) para el Ayto. de Mahón. Siempre eficiente y efectivo, el trabajo de Juan Carlos pronto se notará (incluso "sin notarse"). Como amigo y como colaborador asiduo del D. Menorca, me sumo al homenaje que se le ha rendido. Suerte en tu segunda vida. Sé feliz.

Los malvados mentideros de la Villa y Corte ya no hablan exclusivamente del 15-M. Han cambiado de tema. En las últimas semanas se habla, siempre desde la discreción y en círculos cultural y profesionalmente elitistas, de algo mucho más directo y profundo para España. Ya no es sólo una parte del espectro político el que está maquinando contra el Gobierno y su forma de gobernar o desgobernar. El círculo se amplía y ya abarca a buena parte de todas las ideologías tanto de las diversas derechas como de las distintas izquierdas incluyendo también a todas las medias tintas.

Por primera vez desde el advenimiento de la democracia todos (también sectores del socialismo en el poder) reconocen la gravedad de los problemas que afectan a España. Todos coinciden.

La crítica situación económica con una deuda ya casi "a la griega", la problemática social con cinco millones de parados, con casi la mitad de la juventud sin empleo, la incapacidad de los partidos políticos al uso para poder generar nueva ilusión, etc. hacen que algunos empiecen a buscar soluciones originales y marginales de lo políticamente correcto.

En este caldo de cultivo los ojos se dirigen hacia la figura del Rey. Si en la famosa noche del 23-F Juan Carlos II aprobó la reválida democrática que ha dado aire a la Monarquía hasta nuestros días, empieza a extenderse la sensación de que el Rey no ha estado a la altura de las circunstancias en estos últimos tiempos. Se afirma que quien debería de haber maniobrado para evitar el caos creado no lo ha hecho.

Desde posiciones no necesariamente jacobinas, sino realistas, que repetimos son compartidas por distintas ideologías, se cree que los últimos episodios de la vergüenza nacional (la sentencia sobre Bildu, el evidente desprestigio de España en el mundo occidental, la ingobernabilidad de un país con diecisiete mini estados enfrentados e insolidarios entre sí, el despilfarro generado, la desigualdad entre los mismos españoles según las autonomías donde vivan, la disparidad fiscal entre territorios, el nuevo separatismo galopante, etc.) hace que se empiece a pensar que ya ni siquiera un nuevo gobierno del PP pueda enderezar la situación.

En estos círculos, y como en el Oeste, "se busca" a un salvador (no militar naturalmente) para que encabece un gobierno de Salvación Nacional (de Unidad Nacional) para que se puedan rectificar los errores cometidos. De hecho, y ya sin tapujos, se empieza a abogar por una república federal (a la francesa) donde todos los territorios de la España europea tengan los mismos deberes y las mismas obligaciones, sin diferencias y donde las competencias de cada cual, iguales para todos, estén debidamente delimitadas y sin posibilidad de continuar cediendo al perpetuo chantaje nacionalista que no tan sólo debilita al Estado sino que literalmente viene destrozándolo. Se propone un nuevo régimen donde el Estado se rearme y se pongan blanco sobre negro las condiciones uniformes de la democracia española. Turn, turn, turn. La historia sigue su curso.

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