Se acabaron las quinielas, ya hay fecha para las elecciones generales. Será el 20 de noviembre, un día marcado en la memoria colectiva por el aniversario de la muerte del dictador.
A lo mejor, precisamente por ser el día que es, se produce el sortilegio y la izquierda consigue evitar la derrota vergonzosa que auguran las encuestas.
La comparecencia del todavía presidente del Gobierno tuvo el aroma de la asunción de las tareas imposibles, del fracaso de las políticas emprendidas para lidiar con una crisis económica mucho más grave de lo que un optimista es capaz de llegar a imaginar, de un gabinete sin fuste, ni peso político, ni capacidad de despertar el más mínimo entusiasmo.
Así no se podía seguir, aunque a Zapatero, le hubiera gustado agotar la legislatura en marzo, solo por pundonor. Pero el país ya no le aguantaba más. Por eso no repetirá como diputado y vuelve a León, su tierra, de donde salió con ansias de cambiar este país que ahora le rechaza. Volver a León es decir adiós a la vida política y a la capacidad de tener la menor influencia en el Partido Socialista, hasta hace muy poco rendido a sus pies.
¿Quedará algo de esta etapa, del vivir de todos los españoles, de los grandes cambios sociales que la Nueva Izquierda de Zapatero quería consolidar en la sociedad?
Es posible que muy poco. El PP tiene recurridos ante el Constitucional la ley que permite los matrimonios homosexuales, la última modificación de la norma que rige la interrupción voluntaria el embarazo, y a la asignatura de "Educación para la Ciudadanía" le ha puesto tantas zancadillas el PP, en aquellas Comunidades donde gobierna, que se ha convertido en un adorno.
En cuanto a la Ley de Dependencia, uno de los grandes logros de la era Zapatero, se ha visto arrastrada por la crisis, como barco a la deriva, y sin dinero, ni voluntad política no hay prestaciones que valgan.
Puede que la felicidad, que a duras penas lograba contener el candidato popular Mariano Rajoy, al conocer la noticia, del adelanto electoral, no sea tan plena sino consigue ese apoyo masivo que esta seguro de lograr, él y su partido. Puede que Rubalcaba, ese resistente zorro de la política, consiga evitar la mayoría absoluta con la que sueñan en Génova.
Porque si al final Rajoy consigue ese mandato claro que reclama a los españoles, no va a quedar ni el recuerdo de estos ocho años de cambios sociales arruinados por la crisis y la mala gestión de la misma que han hecho Zapatero y sus jóvenes compañeros de viaje; de entre los cuales le resultaría muy difícil a Rubalcaba formar un gobierno con crédito.