Entre las zozobras de la Unión Europea, la crisis que golpea las economías domésticas, las polémicas locales y la válvula de escape que para muchos supone ver los goles de Messi y CR7, lo de la campaña electoral del 20-N no es que esté despertando demasiado entusiasmo. De hecho, mañana es el primer día oficial para pedir el voto tras el teatrillo de la pegada de carteles de esta noche. Sin embargo, desde que el pasado mes de julio ZP anunciara la convocatoria y dijera "hasta luego Lucas" la cosa se está haciendo bastante cuesta arriba, porque a la velocidad del neutrino ya empezó la carrera a la Presidencia. Además, si hacemos caso a los sondeos, el color predominante va a ser el azul gaviota, lo que resta emoción al partido. Todo ello unido hace que la parafernalia que rodea a la convocatoria a las urnas sea un tanto cansina.
Y lo de la pegada de carteles... ¡ay! De aquel romanticismo ilusionante de la primavera democrática se ha pasado a una pose un tanto forzada, escobón en mano, y todo pactado con la prensa. Ya no se respeta ni la hora (hay que salir guapos en la televisión y los periódicos).
El viernes, los rostros de los candidatos nos sonreirán desde las vallas electorales, pero el discurso y el guión seguirá siendo el mismo que desde hace meses. Con permiso de Aute, cuando nos levantemos podremos decir: Hoy fue el mañana de ayer.