No es un manifiesto pero que cada uno lo interprete como quiera. Los jóvenes estamos cansados. Estamos irritados. No somos tan vagos como quieren hacer creer, ni tampoco tan despreocupados. Estamos hasta los mismísimos de pagar los platos que otros se han comido y luego han roto. Estamos cansados de que se nos exija que plantemos cara a una crisis que no hemos provocado. "Toca apechugar", dicen, mientras te recortan todo menos las horas de trabajo. Nos cabrea mantener un sistema político en el que ni creemos ni nos representa y que tampoco nos aporta ninguna solución, que nos llamen ahora la generación Ni-Ni, si les apetece.
Desde los 10 años te dicen que te apliques, que seas un chico o chica de provecho, que sin estudios no llegarás a nada. Bien, hemos estudiado, estamos sobradamente preparados, ¿y ahora qué? ¿Dónde está ese futuro tan espléndido que nos prometían? Algo ha fallado en esta cadena, hemos dado y no se nos ha devuelto y encima nos chulean con frases como "esto es lo que hay, si lo quieres lo tomas y si no, hay muchos como tú en la cola del paro".
Parece que lo de ser joven ha pasado de ser una responsabilidad - "Sois la generación del mañana"- a ser una condena - "No tienes suficiente experiencia laboral para optar a esta plaza de trabajo"-. Se nos ha colgado la etiqueta de becario con la que las empresas nos 'hacen el favor' de contratarnos sin horarios establecidos y con la misión de cubrir mucho mejor la faena que otro al que acaban de echar con una indemnización de risa, con una mayor responsabilidad y por algo que un humorista de pacotilla llamó alguna vez sueldo a mitad de camino entre los 400 y los 600 euros. Cuando hay suerte.
Pero repito, esto no es un manifiesto. Que cada uno se lo tome como quiera. Nadie se parará a preguntarle al joven de turno lo que opina sobre la crisis, la prima de riesgo o la devaluación, porque somos yogurines y no tenemos ni idea. Por eso decimos 'basta'.
Basta de ningunearnos como si fuéramos niños. Basta de exigirnos con amenazas sin ofrecernos nada a cambio. Basta de silenciarnos o de no hacernos caso. Nos piden ilusión para afrontar al futuro y nosotros exigimos soluciones a cambio. Aunque sé que esta columna acabará olvidada en el fondo de alguna papelera.
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