Richard Branson podría volver a Menorca, si fructifican las gestiones de algunos amantes del puerto de Maó. Su hermana sigue siendo una veraneante habitual. Dicen que el empresario fundador de Virgin se fue de la Isla quemado, insatisfecho. Perdió la concesión de la Casa Venecia, la punta de esa curiosa península en el centro del puerto. Después compró la isla de los Mosquitos, donde quería atraer a grandes millonarios, pero leyes proteccionistas se lo impidieron. Lo que podríamos llamar el "síndrome Branson", la insatisfacción por el trato recibido por la Administración no es exclusivo del empresario británico. Son muchos los que aquí llamamos "forasters" los que comparten la misma sensación. Una idea muy menorquina es que si los de fuera, por ricos que sean, se creen que pueden venir a la Isla y esperar un trato de privilegio, una agilidad administrativa fuera de lo común, y que les dejen hacer el proyecto que les ilusiona, van listos. No nos impresiona que Branson tenga la 212 mayor fortuna del mundo, ni que proyecte vuelos turísticos al espacio, ni nos despeina que ya no acuda a la Casa Venecia. ¿Quién le añora? Ahora, quizás y con todos los matices que uno quiera ponerle, podríamos preguntar: ¿puede ser interesante para Menorca que Branson vuelva? ¿Puede la Isla beneficiarse de la implicación de un empresario de recursos como él?¿Alguien se acercó a él antes de que volara de la Isla en busca de destinos más cálidos?.
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