- ¿Qué te apuestas a que Eurovegas se va a Madrid? – le espetó Esperanza, la centralista más lista, a Artur, el que siempre pedía más.
- Veo tu apuesta y añado un Barcelona World - respondió éste, mientras Adelson flipaba. Uno de los socios en el entramado inversor catalán estuvo metido en esto de la burbuja inmobiliaria, pero ahora parece que todo vale y así podremos seguir compitiendo unos con otros, que sigue siendo nuestra principal fuente de inspiración. Nos aliamos hasta con el diablo si hace falta.
- ¿Aquí tienen ruleta española?
- No, esta es rusa, que es mucho más emocionante…
La gente se ha vuelto muy aficionada a los juegos de azar. A pesar de que algunas voces parecen asociar estos macroproyectos con ludopatía, alcohol, tabaco y prostitución… otras dicen que esa es precisamente la clave del éxito. El vicio vende mucho más que la virtud.
En esta pugna por llevarse el gato al agua, la empresa americana "Vegas Sands" ha conseguido exacerbar los ánimos nacionalistas ya de por si bastante desmelenados entre la clase política. Ahora con lo de Madrid-Barcelona, han cambiado el balón por el pelotazo. La sociedad abierta siempre tendrá sus enemigos,
Como nos gusta jugar, nos tomamos las cosas asumiendo grandes riesgos. Apostar por la independencia sin asumir las consecuencias que conlleva puede dejarnos arruinados. Confundir autonomía con ruptura, puede resultar un error garrafal al romper el consenso constitucional y pacífico. Pero los tahúres son ambiciosos y ven más la posibilidad remota de ganar, que la demasiado cercana de perder. Lotería, quinielas, tragaperras…esperamos ilusionados que nos sonría la diosa Fortuna, para ganar mucho con el mínimo esfuerzo.
Los mercados son también un gran casino donde se juega con esperanzas, temores, posibilidades y amenazas…- ¿Qué te apuestas a que el euro se rompe? Los países son como fichas de un tablero que nos puede dar muchísimo dinero o quitárnoslo todo. La gente forma parte de los daños colaterales de toda esta avaricia sin control ni medida que aprovechan los espabilados de siempre para lucrarse.
El pobre jugador que se arruinó apostando hasta las orejas, tiene ahora los movimientos muy limitados. Lo controlan y vigilan para que pague, antes de poder volver a la mesa con los jugadores solventes: aquellos que pueden responder con su dinero, contante y sonante.
Rajoy pone cara de póker. No se pueden mostrar todas las cartas (y menos las que tienes en la manga), no sabemos lo que lleva el oponente y es muy difícil marcarse un farol cuando ya te conocen demasiado.
Las condiciones del rescate pueden ser draconianas. Pero nosotros seguimos entretenidos en nuestras disputas internas y perdiendo dinero como si nada, como si la cosa no fuese con nosotros. Eso de que la banca siempre gana, era antes… ahora tenemos que socializar las pérdidas. ¡Hagan juego, señores!