El 16 de enero de 1980, víspera de San Antonio, patrón de la Isla, el remolcador nº. 1 realizó el último servicio de conexión de Baixamar con la Fortaleza de La Mola.
Fueron los últimos empleados:
Patrones.- Antonio Caules Seguí y Sebastián Periano Ramón.
Mecánicos.- Ermelando Pons Victory, Tomás Pons Triay, Francisco Simonet Pons, Miguel Camps Sans, Antonio Pons Ferrá.
Oficial.- José Orfila Pons.
Marineros.- Agustín Monjo Olives, Manuel Montiel Samper, su hermano José, Francisco Riera Caules, Juan Fuentes Garriga, Juan Torres Pons, Antonio Llobera Heatx.
Lamentablemente, muchos de ellos hace tiempo pasaron a navegar en otros mares.
Lo que se inició con tantas expectativas, en los años veinte, ya no tenía motivo de ser. El adelanto de la vida moderna cambió el medio de comunicación y aconsejó hacerlo por tierra. Las viejas motoras de la Mola, tal como las conocía el pueblo, quedaron obsoletas, resultando más cómodo hacer el trayecto en automóviles.
Tras toda una vida de vivir en torno a este tema, llegando a conocer al personal que a lo largo de este tiempo perteneció a Transportes Militares, una de las cosas que más me ha llamado la atención ha sido, llamémosle casualidad, que la mayoría de empleados han sido de Fornells.
Desde mediados del siglo XIX, en los padrones de nuestra ciudad nos encontramos con numerosas familias de Fornells que pasaron a vivir en Mahón. Mientras los cabeza de familia se enrolaban como patrones en las falúas de los distintos cuerpos, bien fuera Artillería, Penita, Infantería, etc. los remeros pertenecían al arma que prestaba el servicio militar.
Al llegar de su pueblo natal, solían establecerse en las callejuelas cercanas a la pescadería y las colindantes que bajaban al puerto. A medida que su vida laboral iba prosperando, se dirigían a las calles de Santa Catalina, Santa, Rosa, San Juan, la Concepción, donde nacieron y crecieron muchos de los hijos de aquellos matrimonios.
Alternaban el oficio de patrones con la pesca, como fue el caso de mi abuelo paterno.
De hoy a cuatro días, al cumplirse 33 años de que el remolcador nº 1 hiciera su último viaje a la Fortaleza de la Mola, deseaba celebrar una "xerradeta" con alguien que conociera el tema. Gracias a Dios he sido muy afortunada de poderla hacer con Francisco Riera Caules (Fornells 16- 1-1943). Al escribir la fecha de su nacimiento, me doy cuenta de que en el último trayecto de la motora Francisco Riera celebraba su cumpleaños. Casualidades de la vida.
¿En qué fecha se incorporó a Transportes Militares?
En 1973 hasta el 2007, treinta y cuatro años de servicio en diferentes puestos. Desde marinero, chófer de automóviles, patrón, etc.
¿Cuál fue el motivo de ingresar en Intendencia?
Casual, tal vez debido a que varios paisanos estaban empleados en aquel cuerpo, dándome la posibilidad de poder alternar con mi oficio.
¿Cuál es su oficio?
Pescador de toda la vida. En 1957, con 14 años, mi padre ya me había enrolado, siendo el más joven de Menorca, lo que significó que aboné mucho más de los que cualquier empleado abona.
Se me olvidaba preguntarle si llego a conducir la Motora del General.
No tan solo fui su patrón desde 1997, alternando con otros puestos, sino que también me ocupaba de su mantenimiento, limpiándola dos días por semana, sacando lustre a la infinidad de dorados que en la misma se encuentran. Pintaba, sin olvidar los almohadones rojos de terciopelo. Aquella falúa, que tantas horas precisa de mantenimiento, fue guardada en el hangar des Freus, añadiendo cantidad de trabajos, encalado del mismo, pintar puertas, etc.
¿Recuerda a algún pasajero en especial?
Por supuesto, tuve la suerte de conocer a personas muy interesantes, a la vez que gratificante el conversar con ellos mientras navegábamos por este magnífico puerto de Mahón, del que siempre quedaban gratamente sorprendidos, al paso de alguna cala o rincón. Entre ellos el presidente, en aquellos momentos, de las Balears, el señor Matas.
El ministro Serra, que se había desplazado a la Isla con motivo de la puesta en marcha de la Unidad Sanitaria de Fornells; a don Luis Alejandre...
Decir, que a Francisco, lo conocí siendo muy niños, su padre Juan Riera Riera y su madre Dorotea Caules Gelabert, na Dorita , mujer muy apreciada en nuestra ciudad recordada en su puesto de venta en la pescadería. Ella, junto a un grupo de mujeres, todas las mañanas llegaban a Mahón con el autobús. Allí despachaban las capturas que la tarde anterior habían realizado sus esposos. Pescado que pasaba la noche en el pósito de pescadores en sus correspondientes cajas. Cada una de ellas llevaba inscrita las iniciales de cada uno de los propietarios. Tal como me explicó Francisco, elaboraban hielo que esparcían sobre las capturas. Había un gran respeto entre "els fornellers".
¿Qué hacía un niño de 14 años en medio del mar ?
Trabajar, aprender el oficio desde el primer eslabón. Lo había vivido desde que tenía uso de razón, navegando con la "Gaviota", que era como llamábamos a la barca de mi padre.
¿Acaso no fue al colegio?
Lo justo y preciso, no era lo mío lo de estudiar. En cambio era apto para toda clase de actividad de pesca. Por supuesto que mi maestro el recordado don Juan Vey, persona encantadora de grato recuerdo, no estaba de acuerdo con mi elección, pero yo me decantaba por otro gran maestro, mi padre, muy aventajado en toda clase de capturas.
¿Cómo eran los inviernos?
Muy distintos a los veranos, nada tenían que ver con la actualidad. El número de habitantes era muy inferior. Mi padre siempre estaba ocupado, salía a pescar siempre que la climatología se lo permitía. Le encantaba pescar, "molls", "mòllera", y con los temporales, ses oblades.
De lo contrario, ocupaba las horas haciendo "trasmall" (redes). Las nasas para la captura de langostas, disponía de más de doscientas. Hechas una a una por el mismo, desde ir a cortar es joncs y las cañas. Hablar de todo ello me complace ya que le acompañaba, cruzábamos con la barca dirigiéndonos a pie a Son Parc, campo a través, cargados los dos con cantidad del material que después se convertiría en artes de pesca.
En otra ocasión volveré al pueblo ribereño a continuar la charla con Francisco y su esposa Ana María Pascual Rosselló, para que continué con su magnífica charla, explicándome de sus días con su padre pescando langosta, en un tiempo en que todo era manual, la participación de su esposa ayudándolo, en una actividad tan antigua como es la pesca, de la que tanto saben es fornellers.
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