Nos estamos idiotizando a un ritmo alarmante y en modo 3G, que viene a significar que mientras se nos pudre el cerebro y se nos atrofia la imaginación a base de 'tec, tec, tec' con el teléfono móvil, la tablet, la blackberry o el mismísimo minutero del puñetero microondas con GPS incorporado, podemos consultar el correo electrónico y nuestro perfil de Facebook. Como el ser humano está evolucionando constantemente los niños del futuro traerán bajo el brazo un pan, como solían, además de un bluetooth, un kit de manos libres e internet a alta velocidad. Y en lugar de cordón umbilical estarán enchufados a la madre con cable de fibra óptica.
Habrá quien todavía a estas alturas piense que estoy exagerando. Normal, en este país de pandereta y matasuegras hace falta que alguien haga un informe para que el personal ponga cara de concentrado y asienta mientras suelta un 'Ajá', en plan filosófico cuando en realidad no tiene ni la más mínima idea. Pues eso, el iluminado de turno en sus trepidantes investigaciones ha deducido que los españoles somos los que más utilizamos el 'smartphone' o 'aparatejo caro y extremadamente fácil de romper que hace de todo y tiene todos los programas pero que a la hora de llamar no tiene batería'.
Amigo lector, como entenderás, no te diré nada nuevo. De hecho, las cosas originales creo que están en peligro. Las mejores ideas siempre han llegado después de darle vueltas al asunto que nos reconcome. Ya fuera en el trayecto del autobús, observando el mundo pasar desde un banco o sentados en el trono del wáter, cuando menos lo esperábamos llegaba doña inspiración y contribuíamos a la sociedad con una magnífica idea. Ahora será más difícil que pase, porque cuando nos quedamos a solas y sin nada que hacer acudimos al móvil y empezamos a toquetear para que se nos pase el aburrimiento. De hecho los hay que comparten sus pensamientos cuando gestionan sus asuntos internos con el señor Roca. En fin.
Que la tecnología nos ha facilitado un montón la vida es tan cierto como lo es que también nos la ha condicionado. Si por lo que sea algún día nos dejamos el teléfono en casa nos coge un ataque de nervios porque nos sentimos desnudos. Eso es triste. Y más con lo bien que se estaba en la tripita de mamá "apagado o fuera de cobertura".
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