21-III-13
Cuando pintan bastos (acojona lo suyo el corralito chipriota), algo tan simple como la llegada de la primavera es un bálsamo. Es lo que le ocurre al enfermo sumido en sus propias tribulaciones cuando ve salir el sol de la curación o un destello de alivio. Se lo decía a mi nieta el otro día al ver aparecer las primeras flores en los prunus del jardín: Ahora viene nuestra hora, pequeña, iremos al jardín a regar las plantas, a correr con Allen (Tronya ya no está para trotes), y pronto nos lanzaremos a la piscina. Y todo serán risas y no habrá crujir de dientes, y… En fin, puede que la nostalgia sea un error, pero la ensoñación no, y cuando vienen mal dadas puede ser un bálsamo.
22-III-13
Si hoy día el concepto de Mal se ha hecho poroso e inaprensible y ya no sabemos quiénes son los malos, tan reconocibles en las películas de Mario Delgado, disueltos en la actualidad en un magma en que los mafiosos son indistinguibles de los aparentemente inocuos pícaros e incluso de las personas normales, tampoco le va muy bien a la idea de Verdad que antes parecía sólida como un monolito y que hoy deambula, desorientada, en un mundo que se ha acostumbrado a la mentira y a la manipulación, en las que incluso parecemos regodearnos. Así, asistimos a un continuo enmascaramiento político donde la hipocresía, las medias verdades, el ocultamiento y las mentiras se aceptan como algo normal por parte de la sociedad civil.
Me refería el otro día a la verdad científica, la única realmente existente, y a la necesidad de acudir a ella en casos como en el de los lodos del puerto de Mahón y su tratamiento más adecuado. Y es que la Ciencia no puede funcionar fuera de un concepto de Verdad, mientras que en las visiones del mundo social y político ya hemos tirado la toalla con respecto a hablar en términos de verdad. De todo esto y mucho más nos habla Fernando Vallespín en su último libro "La mentira os hará libres", que acaba de publicar en Galaxia Gutemberg. Una lectura imprescindible.
23-III-13
Con el periodista y escritor Juan Cruz de diada sabatina en Mongofra. Estimulados por el aura de simpatía y empatía que envuelve al periodista canario, hablamos de periodismo y literatura pero acabamos enfrascados en el tema Bárcenas, en su vertiente periodística (¿está seguro El País de que los papeles no son un montaje?), y con un temor compartido: que acabe como el caso Naseiro, también relacionado con la financiación irregular (me dicen en la tertulia que "irregular" no es lo mismo que "ilegal") del PP y que fue sobreseído por defectos de forma.
Periodismo y literatura, dos registros diferentes del mismo oficio de escribir. Según Oscar Wilde, solo se diferencian (o se parecen) en que el periodismo es ilegible y la literatura no la lee nadie, pero ya sabemos que era un cachondo mental. Convenimos en que en el periodismo escribimos de lo que sabemos y preguntamos mientras en la literatura indagamos sobre lo que intuimos e imaginamos. En prensa, los opinantes deberíamos ser rigurosos y pedagógicos mientras en ficción uno puede entregarse impunemente a la disbauxa (exceso, frenesí, orgía) e incluso a la rauxa (arrebato), todo vale en novela, pero no en periodismo.
Por si no hubieran suficientes ingredientes intelectuales, Juan Cruz es coetáneo, empezó a escribir artículos a los catorce años en un diario insular, y es un culé de tomo y lomo. Rasgos que me suenan y que aumentan la cercanía en un encuentro inolvidable.
24-III-13
Leo en Es Diari la entrevista a Fina Salord, nueva gerente del Institut Menorquí d'Estudis y me hace revivir los tiempos, lejanos ya, en que trabajamos juntos en el Ateneo. Fueron años tan pródigos en actividades culturales como fatigosos en obras de rehabilitación del edificio, hoy esplendoroso. Fina trabajó de debò, y demostró una notable capacidad de hacerlo en equipo, como estoy seguro que lo hará ahora en la gerencia del IME, con su menorquinismo cultural siempre activo. Enhorabuena a ella y al Consell por una elección que demuestra un elegante fair play político, gozosamente alejado de los sectarismos al uso. Seguro que el bueno de Ángel Midsuf descansa ahora más tranquilo sabiendo que el IME está en buenas manos.
26-III-13
Vamos a ver. En la feria de las etiquetas tan del gusto de este país de países que es España, si uno defiende la protección institucional (en inmersión libre o con botella) de nuestro idioma catalán, inmediatamente pasa a ostentar el sambenito de catalanista, aunque la patria catalana (como todas las patrias) le tenga sin cuidado, más allá de la afinidad cultural y simpatías futbolísticas. Pero si además está por la cooficialidad del nombre de su ciudad, en correcto catalán y castellano (Maó / Mahón), por razones histórico-sociológicas y de convivencia, entonces puede convertirse, paradójicamente, en tonto útil de la ofensiva anti catalanista del Govern, que haberla, hayla, y es deplorable, dicho sea de paso.
Maó / Mahón, al igual que Donosti/ San Sebastián, Vitoria/ Gasteiz o La Haya / Den Haag, son fórmulas tan razonables como respetuosas, siempre que se adopten por consenso, como tema de Ciudad. Me recuerda muy mucho, salvando las distancias, el asunto de la malograda fusión futbolística entre los dos históricos equipos mahoneses, en que sendas minorías envueltas en los colores de toda la vida la torpedearon desde el primer momento. Y así nos va: irrelevantes en fútbol y motivo de befa en asuntos toponímicos. Idò.