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Xerradetes de Trepucó

Luis Casals Thomas y Angelita Pedreño Barbero (III)

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Continúo la conversación en un lugar idílico, Cana Xini, de S'Hort de Sant Patrici del término de Ferreries, hotel rural singular en Menorca, según reza su eslogan.

Acertadísimo. A lo que añadiría, sinónimo de tranquilidad, mezclada con la vida rural, como dicen Juan y Jerónima, intentando ofrecer los productos de la tierra, incrementando una pequeña producción de aceite de oliva extra, que probé un tiruritlo sobre una rebanada de pan de payés, elaborado en casa, tostado al horno, tras esparcir aquel aceite di gracias a la madre naturaleza a la vez que hacía lo propio con el matrimonio Casals. Siempre tan complacientes, tan correctos, de ahí su éxito en el hotel que dirigen con esmero desde el amanecer hasta que finalizan los quehaceres concernientes al local, ofreciendo lo que el cliente espera. Calidad y un servicio esmerado, algo que a los menorquines mos va fugir de ses mans.

Deseosa por saber del ayer, en mi archivo se encuentran infinidad de datos, entre ellos Casa Casals, tienda de ropa. Muchos la recordarán en la calle Nueva, entre la joyería y tienda de antigüedades Casa Vives y Viajes Iberia. En el año 1944 Luis Casals Thomas alquiló el local del matrimonio Vives Campomar, convirtiéndose en el comerciante más joven de la Isla, tan solo contaba veintiún años. Dato que enaltecía a su tío Sebastián Palliser, afamado botiguer.

La vida de Casals es emocionante. Nació en Mercadal, el 7 de diciembre de 1923, gemelo de una niña, Isabel (madre del doctor Luis Navas Casals). Eran los segundos y a la vez terceros de la familia, el mayor Juan y más tarde nacería otro niño, Pepe, destacado gestor de nuestra ciudad.

Su padre, Luis Casals Saurina, llego circunstancialmente a Menorca con motivo de cumplir el servicio militar en Mercadal, donde conoció a Jerónima Thomas Palliser, perteneciente a una familia benestant. Se casaron, y desde un primer momento el joven se dedicó a marchante, desplazándose a las fincas del término de aquel pueblo, llegando a Migjorn y Fornells. Lo hacía con un carro y una "bístia", intentando vender toda clase de tejidos y sus derivados, hilos, botones, elásticos etc. Con el tiempo abrió una tienda de tejidos, la primera Casa Casals, que mantuvo abierta al público hasta principios de 1970.

Debido a su preparación, ejerció como secretario en el pueblo.

Hombre culto, con inquietudes culturales, amante de la lectura y de la superación intelectual. Republicano convencido, por cuya causa permaneció encarcelado durante la guerra del 36-39.

Luis Casals Saurina sufrió el fallecimiento de su esposa cuando los hijos eran "petits", lo que deshizo en cierta manera la familia. Viendo con gran pesar como su hija pasaba a vivir en Alayor, en casa de una prima de su difunta esposa, mientras que el otro gemelo, Luis, lo hacía con su madrina de pila, Eulalia Palliser, soltera, que vivía junto a su hermano Lorenzo, también "fadrí", que ejercía de maestro en Alaior. Los dos hermanos se desvivieron con el hijo de su querida prima carnal, na Jerònia, viviendo y recibiendo de aquella buena mujer todo el cariño tal cual hubiera sido su hijo.

Eulalia y Llorenç tenían otro hermano establecido en Mahón, propietario junto a un amigo, en Bagur, de conocida familia mahonesa, una tienda de tejidos. Sebastián, al igual que sus hermanos, profesaba un gran cariño a aquel niño que iba creciendo, espabilado y culto, tal cual a él le agradaban las personas, valoraba mucho los buenos modales y la buena educación, sintiéndose orgulloso de aquel sobrino, con el cual se identificaba. Aún a día de hoy nuestros mayores, y no tanto, recuerdan el senyor Sebastià. Muy bien vestido y planchado, jamás se le vio una arruga, molt estirat, bien peinado, con el pelo engominado, no se descomponía para nada, la elegancia junto a la pulcritud eran sus armas, amante de viajar. Una lástima que hubiera nacido con el siglo XIX, de haberlo hecho actualmente a su paso nadie hubiera murmurado, por ventura el mundo ha evolucionado y el ser gay carece de importancia. Ningú hagués alçat una cella, pero en aquel momento tuvo que vivir sus intimidades a escondidas.

Surgió un cambio en la familia Palliser que beneficiaría al jovencísimo Luis Casals. Sebastián propuso a su hermana Eulalia que pasara a vivir a Mahón con Luís, lo que aceptó, instalándose en la calle de la Infanta, unas casas más arriba de las oficinas de la Trasmediterránea, en 1960 Jardines Infanta.

Don Sebastián Palliser, tal como le gustaba que le llamaran, incorporó a Luis Casals a su comercio de tejidos para introducirse, a la vez que realizaba el aprendizaje como se hacía en aquel tiempo, comprobando su valía, sugiriéndole que se estableciera y ayudándole como hacen los padres. De ahí el alquilar la tienda que más arriba he detallado.

Se trataba de una amplia entrada con dos taulells, las paredes cubiertas por estantes de madera, que poco a poco fue llenando de piezas de tela para confección y hogar. Frente a cada uno de los mostradores, dos sillas, donde las clientas tomaban asiento a la vez que se les iba mostrando lo solicitado por la mismas.

El éxito, augurado por su tío el "senyor Sebastià", fue tal que muy pronto entró a trabajar Juan Pons Sintes, al cel sia, al que toda la vida se le conoció por en Nito de Ca'n Casals. Contaba catorce años y, según él mismo me contó, un año después lo sindicó, permaneciendo con aquella familia cuarenta y tres años, toda una vida.

1944, fue un año de innovaciones. Domingo Estrada, en la calle de San Jerónimo 59, ofrecía los aparatos de radio de la marca Philips, siendo su distribuidor. Mientras en Calvo Sotelo 20, en la Ferretería Catchot, se podían adquirir los receptores Telefunken.

Y en la plaza Explanada 18, José Guzmán Andrés abría las puertas de una perfumería a la que llamó Perfumería Garlanz. Los almacenes Cardona, de Buenaire, se publicitaban diariamente en el diario "Menorca", anunciando sus artículos, "tenien de tot", los más famosos en lencería, ropa de casa, confección etc. Mientras tanto los representantes llegaban ofreciendo el género que representaban, en aquel momento, las mujeres feien l'ullastre por tener una faja Royal, que adquirían en la calle del Santo Cristo 7. Mientras los propietarios de tiendas, hoy boutiques, se veían perjudicados con los que se establecían por un espacio de quince a veinte días en el hotel Bustamante, como los comerciales de la firma Almacenes Bauzá de Mallorca. Aquests ventaven fort. Desde una de las habitaciones de aquel popular hotel de la Plaza Príncipe vendían productos propios de sastrería militar y de paisano. Novedades para señora y para la casa. Según parece fue de esta manera como las modistas más acreditadas se fueron haciendo con los populares catálogos, equivalente a dejar de comprar en las tiendas.

Antes de despedirme, recordar que el 22 de diciembre de aquel 1944 se inauguró el Café Miranda, revolucionando a los cafeteros al servir el café recién hecho con una cafetera Express Olímpica, todo un reto para la competencia.
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margarita.caules @gmail.com

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