A mí, que no me cuesta escribir horas y más horas debido que no acab sa corda mai, como dicen por ahí, en esta mañana de domingo, no sé ni cómo empezar. Fue tal mi disgusto en la noche de ayer al ocurrirme dar un paseo por uno de estos rincones de nuestro querido puerto de Mahón. Donde en cada uno de sus puntos se encuentra un recuerdo de infancia, gentes estupendas que hacían que aquella colonia veraniega fuera un entorno familiar, esta es la impresión que se llevaban cuantos acudían. Me refiero a la cala del Fonduco.
Mi padrino de pila Francisco Cardona Caules, primo hermano de mi padre, ambos al cel sien, aparcero de sa sínia des Moret actualmente convertido en restaurantes junto a la rotonda camino de Es Castell, a mano derecha. Con su esposa a la que yo llamaba tía Josefa y sus dos hijos Nito y Pito, a principios de los años cincuenta compraron una cueva medianera con la pensión Rocamar. Parece ser que aquella cueva también había sido medianera de otra, dado que el lugar en un tiempo fue esto, un cúmulo de coves refugio de pescadores y anteriormente de moros que asaltaban predios y la ciudad.
La contigua a la de mi familia, según escuche, se la conocía por las chungueras, una especie de tabernucho especial para fiestas de zapateros, estos solían liar alguna fiesta de vez en cuando acompañándose con instrumentos de cuerda, que realzaban sus voces, nada nuevo diré al confirmar que siempre las hubo, de ahí que llegaran a darnos fama en teatros reconocidos, El Teatro Real de Madrid, el Liceo barcelonés sin olvidar los valencianos.
Poco a poco aquel lugar que en un principio debía ser para guardar es bot, se convirtió en una cochera donde equiparon con fogones e incluso varios camarotes, un excusat y mucha humedad, al abrir la puerta te invadía un fuerte olor a moho, tan característico de nuestras casetas veraniegas, es por ello que antes de ir hacer s'estada, se sacaran al sol cuantos enseres formaban parte del lugar. Los mayores decían que el sol los purificaba, llevándose los virus dolents.
Enfrente un pequeño varadero, donde nadaban chicos y mayores en ocasiones s'escoltaven quatre piulos provinentes de alguna abuela o madre que no había aprendido en su juventud, se sentaba en el borde bajándose al mar remojándose plácidamente, incluso a veces aceptaban una enorme rueda de automóvil adquirida a cas guixer de davant es cine Victoria, dándole seguridad en medio de aquel profundo rincón.
Es por ello, debido a sus profundidades que en tiempos pasados se anclaron tantísimas escuadras nacionales y extranjeras. Tal vez sería buen momento para escribir de nuevo por orden los reyes, duques y otras diciendo los personajes que pudieron observar desde su nave tanta belleza. Pero no lo haré, deseo continuar.
Enfrente de donde les refiero la caseta más antigua, preciosa y a pesar de ser de línea tan sencilla tenía su encanto, a diferencia de hoy en día que algunos arquitectos construyen en forma de cubo que no té cap gràcia. La caseta del mar, de la familia del maestro Antoni Juan (si no estoy mal informada) la señora Nena con sus hijos, sus nietos y su yerno al que jamás podré olvidar , Llambias, un auténtico señor con cargo en telégrafos, con dos hijos. Na Neneta era viuda de Beltran, también con dos hijos, todos ellos fallecidos. Aquellas dos hermanas tenían a un hermano que fue muy famoso por sus dotes, Antoni Juan, que estaba soltero y que más tarde se casó con una preciosa joven catalana ¿Capafonc?
El contemplar aquella casa derruida fue lo que me puso enferma, que imagen se deben llevar cuantos turistas pasan por ahí. Disponía de una pequeña terracita hoy catapultada y bajo el edificio donde guardaban la embarcación sempre en remull tal cual las casetas des banyers de pedra. Siempre pensé que ambas construcciones se realizaron en un mismo tiempo, aventurándome a decir hechas por el mismo constructor, por sus similitudes, no sería nada extraño.
Y a pesar de haber perdido la fuerza física y moral de continuar andando, saque fuerzas llegando hasta el fondo el final de la cala, observando el vivero del señor Maspoch en paz descanse, derruido. Lo que me hizo exclamar. ¡Oh Dios!, esto es lo que pretenden sea en un futuro uno de los puertos más importantes del Mediterráneo. Se imaginan dentro de unos años cuando los gobernantes hayan logrado que se vacíen las casetas de s'altra banda.
En mi memoria infantil reviví mis juegos y correrías junto a los niños del Fonduco, pasando sobre las pasarelas de la cueva que se había apropiado el mar haciendo llegara a ser un vivero natural, precioso, con sus departamentos según la medida de las langostas que allí se encontraban. El señor Maspoc con su vestimenta habitual, un mono, su característico gesto agradable y paternal, no le importaba ni le molestaba para nada el vernos entrar y salir.
Mi padre, el mecánico de la motora, que tan solo era esto, mecánico pero sabía mucho y de todo, tal vez porque siempre escucho a sus mayores, algo que me enseñó y hoy agradezco, me explicaba que el autor des viver en 1842 fue un patrón de pesca nacido en Ciutadella, que tuvo la certeza de ponerlo en marcha a la vez que embarcaba las langostas con rumbo a diferentes puertos de mar, entre ellos Barcelona, Argel, Marsella etc., con un velero en que montó un vivero para que las mismas no perecieran durante el trayecto, algo que fue muy efectivo, inclusive para los mariscos especialmente las almejas verrugosas, como oí decir en ocasiones y no sabía que se referían a las gravades.
Regresé a la finca, debía dar de comer a los cerdos, que gracias a las peladuras que voy recogiendo de la vecindad van engordando, pobrecitos, ya les llegará su San Martín en beneficio de nuestras arcas, que al día de hoy son escasas, los impuestos nos empobrecen en comparación de otros tiempos en que podíamos ir llenando s'ancolla.
Lo siento, debo despedirme, intentaba hablar de algunas pesquerías notables, pero me es imposible, ha llegado una pareja de la Guardia Civil, notificándome me presente en el cuartel de la Benemérita, pesa sobre esta servidora y na Praxèdies una denuncia por la captura de varios erizos, caracolillos de mar y tres cangrejos que no llegaban ni a peluts.
Por favor recen por nosotras, y si alguno de ustedes es tan amable de visitarnos con algún bocadillo, no lo duden en hacerlo. Me gustan con sobrasada de sa Botiga de s'Ullastrar y a Praxèdies de queso de Lluriach. Gracias.
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margarita.caules @gmail.com