La mayoría de currantes pasan a la condición de jubilados (con las excepciones de las prejubilaciones, doradas o traumáticas, y casos especiales) a los 65 años. Ahora empiezan a sonar cada vez con mayor insistencia cantos de sirena para prolongar la vida laboral. El presidente del Instituto de Estudios Económicos, José Luis Feito, no se ha cortado y ha puesto una propuesta sobre la mesa: que se ha de trabajar hasta los 70 y haber cotizado 40 para cobrar el cien por cien de la pensión. La CEOE también defiende esta opción, aunque no ha querido entrar en cifras concretas. Todo ello advirtiendo que estas medidas son para garantizar la sostenebilidad de las pensiones. No poca gente se ha puesto nerviosa ante estos anuncios. Yo el primero.
Recientemente, este diario publicó que la esperanza de vida en Menorca es de 86,04 años para las mujeres y 80,11 años para los hombres. Aunque en estas estadísticas no son ciencia exacta (influyen muchos factores como la genética, hábitos de salud, el azar...), podríamos hacer un futurible. Pongamos que, para bien o para mal, a uno le toca ir al tajo hasta cumplir las 70 primaveras. Como no tendrá más remedio que acatar la ley deberá poner buena cara al mal tiempo y, en lugar de dedicarse a su hobby preferido, no tendrá más remedio, que seguir el ritmo del despertador. Pero ante este panorama me asaltan varias dudas. Primero, el cuerpo ha de aguantar ante los diversos tipos de faenas físicas, al tiempo que la mente debe estar en forma. Luego está la incógnita de si habrá ocupación para todos (jóvenes y veteranos) y, sobre todo, qué pasará si una persona se queda en paro a los 65 o 67 años. ¿Habrá gente que esté dispuesta a contratarla? Y ya para rematar: suponiendo que se llega a los 70 habrá que mirar la estadística antes aludida y sacar la calculadora.