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De cul de bòtil

Al sol que más (se) calienta

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Sale el sol para el PP. Como si del quinto beatle se tratara, el presidente Santi Tadeo se viste de George Harrison cada mañana para conectarse a twitter y cantarle el «Here comes the sun» a sus huestes. «One day more», les despertó el miércoles con una excelsa puesta de sol del puerto de Maó. Y ayer volvió a la carga: «Have a good day». El presidente políglota defensor del TIL lleva días de buen tono. Hace una semana ya que no abre la caja de truenos del Menorca en off, en la que acostumbra a meter todos los artículos de prensa que no le gustan o le rebaten. Y se nota. Que por algo cada mañana luce el sol. Y, si sigue el buen tiempo, a lo mejor un día se descuelga con una expresión cent per cent menorquina del nuevo libro de modalidades lingüísticas insulares que, me imagino, le habrá regalado ya la consellera Camps.


Seguro que ya está en la mesita de noche de Bauzá, y puede también que en la de Chiqui, que en la asamblea local del PP llamó «lechugas» a los camisas verdes del Consell Escolar con los que debatió sobre trilingüismo. El alcalde popular más populista y menos contestado en Ciutadella desde los -ya lejanos- tiempos de José Carretero se calienta tanto como el sol. Y dice lo que piensa, aunque muchas veces no comulgue con los dictados de su propio partido. En dos años y medio ya ha dado pruebas sobradas de que, para él, «Ciutadella siempre será lo primero». Y así le va. Pese a su pronto, todo el PP le ruega que siga y nadie le ha colgado los sambenitos de su predecesor, Llorenç Brondo, el alcalde imputado que consentía y no hablaba más que al dictado. Además, tiene el respeto de su principal opositor, Joan Triay, y, emigrada Maite Salord al Consell, no hay noticias de la izquierda. Ni del PSOE, sumido en una fractura interna que no le augura nada bueno.

Ya lo dijo, al presentarle, el profético Bauzá en octubre de 2010. «Chiqui nos dará el gobierno de Ciutadella, Ciutadella el de Menorca, Menorca el de Balears y Balears el de España». Y eso que, entonces, el alcalde caixer aún leía el discurso como si estuviera en Sa Convidada. Dicen las crónicas que ese día también salió el sol.

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