Primero fue el balconing, después ese trance paranoico a lo «The Walking Dead» en el que entran los consumidores de MDPV o esa sustancia horrible conocida ya como la 'droga caníbal', y casi al mismo tiempo el mamading o en términos eufemísticos, concurso en el que una joven reparte generosamente sexo oral a los ¿caballeros? de un local para poder beber y acabar en coma etílico, y olvidarse así cuanto antes de ese capítulo de su existencia. Curioso, merecería todo un análisis la adaptación del lenguaje y el uso del espanglish para hacer sonar mejor, e incluso chistosas, las cosas más absurdas o asquerosas, como para amortiguar el golpe, el mismo que debe escucharse cuando se estampa alguien contra el borde de la piscina en un hotel.
Pues bien, como dice ese programa de humor televisivo de ETB2, ¡vaya semanita! que llevan nuestros vecinos mallorquines. En solo unos días se han ido por el desagüe los esfuerzos promocionales gracias al turismo de garrafón. Ni Valldemossa y Chopin, ni el tren de Sóller o la Catedral, ni el Castillo de Bellver ni la espectacularidad de Sa Calobra han podido con el tsunami informativo de Magaluf. Es realmente una lástima para Mallorca y para todas las Baleares.
Lo primero que se me ocurre es que se pueden ir al carajo las estadísticas turísticas; qué tipo de negocio queremos, porque clientes de ese pelaje pueden abstenerse de visitarnos.
Pero ahora viene lo mejor. Resulta que para atajar los daños de estos comportamientos a la imagen de las islas, lanzaremos otra campaña en Reino Unido, con nuestros fondos públicos y coordinada por Turespaña, para concienciar a los turistas de que tienen que portarse bien. Y digo yo, ¿no sería mejor que los educaran con su dinero, en sus casas y colegios, antes de facturarlos, darnos el verano y de paso avergonzar a sus compatriotas?