Uno no nace turista sino que se hace. La gente va de un sitio a otro para ver y descubrir nuevas realidades. Unos buscan sol y playa; otros, nieve y montaña; muchos quieren ver museos, monumentos, ciudades o paisajes idílicos.
¿Quién no ha sido turista alguna vez? Hoy es una de las principales industrias planetarias y la cosa va a más... los que tienen dinero de sobra, ya están planificando su paseo espacial. Una parte del mundo trabaja para que otra parte se relaje, se emocione y disfrute. Los medios de transporte serán cada vez más sofisticados. Recorrer el Camí de Cavalls nos recuerda que antiguamente la gente viajaba a caballo. Darwin se pegó un viaje turístico de campeonato en barco, casi cinco años. Pero como diría él, todo ha evolucionado mucho.
Puede que recuerdes Altamira, la Alhambra, la playa de la Concha o una cafetería en Finlandia, los jardines de Viena o el tranvía en Lisboa. Puede que hayas visitado París, Edimburgo, Florencia, y que en tu interior aniden imágenes de Madrid, de Córdoba, de Toledo o Barcelona. Todo sirve para salir de uno mismo. De lo contrario, no hace falta ir tan lejos. Has estado en lugares que tal vez no recuerdes. Has sido un anónimo turista en busca de la felicidad prometida. Has hecho fotos. Comprendes a los turistas que vienen a Menorca desde cualquier rincón del globo. Ellos también pagan para volver a su casa con gozosas experiencias. Ojalá encuentren lo que buscan.