Cuando ya han transcurrido 18 días de la jornada electoral para renovar municipios y autonomías, persisten todas las incógnitas sobre quiénes desempeñarán las responsabilidades de gobierno en el Consell de Menorca, el Govern balear y el ayuntamiento de Maó durante los próximos años.
Desconocemos aún si los dos consellers de Podemos formarán parte del nuevo equipo de gobierno insular; tampoco sabemos si el nuevo Govern de la Comunidad Autónoma será tripartito, bipartito o formado por un único partido; y constituye una incógnita si el PSOE se incorporará al próximo equipo de gobierno municipal de Maó.
Aceptamos que hemos entrado en un tiempo nuevo y que, como ha advertido Més per Menorca, «vivimos un cambio de época, democrática, institucional y relacional, que no se puede encarar con los mismos esquemas de siempre». Pero, ¿qué sentido tiene negociar programas de gobierno, que después son difundidos como gran ejemplo de pacto y entendimiento, si quienes han participado en su redacción no saben si formarán parte de los equipos encargados de gestionarlos y aplicarlos?
La guerra abierta entre Podemos y PSOE a nivel balear se está trasladando a Balears y dificulta los acuerdos, aseveró ayer Biel Barceló, consciente del enroque que impide avanzar en lo fundamental: quiénes van a formar los nuevos gobiernos en Balears y quiénes los presidirán.
La primera pregunta está condicionada a la segunda. El PSOE no renuncia a las presidencias en las instituciones donde ha sido la lista más votada y Podemos se niega a entrar en gobiernos presididos por socialistas. Este escenario de recelos, reproches y desconfianzas mutuas dibuja segundas vueltas y gobiernos en minoría, lo que no constituye garantía ni de estabilidad ni de gobernabilidad.