La fórmula de prometer el cargo «por imperativo legal» se la inventó la coalición de izquierda independentista vasca Herri Batasuna allá por los años 80 del siglo pasado y fue objeto de un recurso del PSOE, pero la componenda fue avalada por el Tribunal Constitucional y ha ido derivando. En 2011 la formación, también soberanista y de izquierda, Amaiur utilizó el latiguillo en el Congreso de los Diputados y luego otros parlamentarios, como los de Izquierda Unida, fueron añadiendo ingredientes como aquello de «sin renunciar a los principios republicanos». En Baleares también el nacionalismo de izquierdas del PSM se acogió al imperativo legal y las primeras veces, incluso parecía novedoso, se provocaba el consecuente murmullo en la Cámara y era noticia.
Lo de la reciente constitución de los ayuntamientos y del Parlament ya solo lo es por lo ridículo de la situación. Vamos que algunos sabrán que han prometido o jurado, no se sabe sobre qué -porque la Biblia no estaba en algunos consistorios-, cuando les llegue la nómina, que imagino que también firmarán por imperativo legal.
Porque al final yo no me entero, si respetan o no la Carta Magna, el Estatuto de Autonomía o la república independiente de su casa, como en el anuncio de Ikea. Y eso que como el común de los mortales no acierto a saber si al final ese consentimiento es libre o no, si la muletilla tiene su base en el Derecho, y si yo puedo hacer lo mismo y decir, qué sé yo, que me voy hoy de vacaciones por imperativo conyugal. Además, una antes sabía a qué atenerse: los del PP juraban, los del PSOE prometían, y los del PSM acataban por ley. Ahora con Podemos me he perdido porque introducen múltiples variaciones y combinatorias que me superan. Para dar aún más la nota pueden retomar la fórmula de los 90 y el «te lo juro por Snoopy».