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Les coses senzilles

Cada día

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De repente me viene a la cabeza la frase: «Cada día». Sé que la pronuncia Anguilano en un anuncio de Octavia, que me parece que es un yogur para cagar. Hay que ver la cantidad de problemas que tiene la gente con esto de ir de cuerpo, ir de vientre, defecar, hacer las necesidades, etc. A juzgar por la cantidad de anuncios que se dedican al tema se me representa media España sentada en el retrete y a la otra media esperando en la puerta, como don Juan Manuel. Don Juan Manuel era un viajante que frecuentaba la fonda de mis antepasados y que se llevaba el «ABC» al retrete y, claro, siendo el «ABC» un periódico tan grueso y con tanta letra tardaba una eternidad en salir.

Se ve que tenía el prurito de la lectura, porque si el retrete estaba ocupado se desesperaba, aporreaba la puerta y decía: «¡Que es para hoy, que uno tiene sus necesidades!». Necesidades de lectura, se entiende. Una vez mi madre llamó para limpiar y se ve que el hombre estaba tan enfrascado en la lectura que no oyó los golpecitos en la puerta. Además, con las prisas por la lectura, se le había olvidado echar el pestillo, con lo que mi madre se encontró con la estampa de aquel hombre entrado en años, gordinflón, leyendo con gafas de cerquillo, con los pantalones bajados y unos calzoncillos de talla familiar. «¡Qué hombre, Dios mío, qué hombre!», exclamó mi madre: «¡Qué hombre más asqueroso!». Ese debía de tomar Octavia cada día. O los sellos Year en forma de bombones de chocolate que le regaló mi abuelo a una novia no deseada y por añadidura pesada como el plomo. La novia los encontró de lo más rico y se zampó media caja de una asentada. Lo menos debió de estar cagando durante un mes.

Cada día, amigos, cada día. Lo dice la tele, lo dice Anguilano. Lo de los famosos anunciando cositas en la tele tiene miga. Dicen que toman tal yogur y a lo mejor no lo han tomado en su vida. Y además no está escrito que sea beneficioso para la salud. A lo mejor hasta es perjudicial. Dicen que se conservan así de lindos o lindas a base de tal o cual producto alimenticio, y lo cierto es que se matan a cuidarse y a Photoshop. Pero, ¡ah!, el dinero es el dinero. No sé quién dijo que los egipcios inventaron el soborno, andando con la palma de la mano tendida por detrás. Págame que mi lavadora no usa más que Calzón, que mi vitro no se limpia con marca blanca, aunque lo cierto es que no me ocupo de la lavadora ni de la vitro; pero tú págame que ahí pone testado ante notario (vendado). ¿Dónde está la integridad?

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