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Con derecho a réplica

Lo difícil es saber qué manda Dios

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Las medias son odiosas y a veces injustas, la media mundial del tamaño del pene es de 14 centímetros, pero esa cifra hace un favor a los coreanos y comete una injusticia con los congoleños, ahí lo dejo. Sin embargo, queridos lectores, hay una media que sí se cumple para todos, excepto para los insomnes crónicos, nos pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo, en una vida tipo eso significan unos 25 años.

La cantidad de decisiones que debemos tomar los otros dos tercios de nuestra existencia son infinitas, desde los calcetines que nos ponemos cada día, hasta si queremos tener hijos o no, comprar esa casa, votar a tal o cual partido o abstenernos, millones de opciones, más o menos importantes, haga usted su propia escala. Tanta decisión puede llegar a ser agotadora, por eso necesitamos poner piloto automático de vez en cuando.

Las frases hechas, y los refranes, ayudan a poder surfear por la vida sin estar continuamente comiéndote el coco por todo. Sirven para un roto y para un descosido, toma ya, ya hemos colado la primera. Baste como ejemplo la famosa «no hay dos sin tres» a la que se puede contestar con la archifamosa «a la tercera va la vencida». Nos ahorran conexiones neuronales y nos ayudan a rellenar conversaciones sin tener que recurrir a argumentos demasiado elaborados.

Es suficiente poner un «como dios manda» al final de cada frase, o un «como se ha hecho toda la vida», para darle valor absoluto a la premisa planteada: «Joan compórtate como dios manda», «Montse calla y obedece, como se ha hecho toda la vida». Lo difícil es saber qué manda dios, porque visto lo visto no le manda lo mismo a todo el mundo. Hubo épocas que dios parecía ordenar la quema de brujas, y épocas en que se decía que de toda la vida las mujeres no tenían derecho a votar, hasta que algunas quisieron desobedecer las órdenes de dios, y las de la tradición, y rompieron las reglas.

Lo de «vamos tirando que no es poco», es una de las frases más escuchada en los últimos años, junto al «hay que seguir para adelante, no queda otra», o la frustrante «es lo que hay»". Frases de la resignación ante situaciones que provocan impotencia y dolor.

Nuestros políticos son especialistas en llenar minutos de discurso de frases hechas que son el vacio más absoluto, del tipo «trabajaremos duro para cambiar las cosas». Después de aguantar un mitin político uno se queda con peor cara que Camilo Sesto, al que el bisturí le ha dejado en una versión gore de un muñeco de plástico.

Nuestros futbolistas, también tiran de las frases hechas del tipo «el míster es el míster», que obviamente no quiere decir nada más que «a mí me pagan por darle patadas a un balón, no me hagas construir dos oraciones subordinadas que me pongo nervioso». Algunos electricistas, albañiles o fontaneros también se apuntan al abuso de la frase hecha, «vaya chapuza que le hicieron aquí, lo puedo arreglar pero no le va a salir barato», vamos que te van a crujir sí o sí. Los soberbios e ignorantes también se recrean con su «el que no trabaja es porque no quiere».

A golpe de frase hecha me he comido el espacio de este artículo. Para terminar repetir que automatizar acciones para no volvernos locos es absolutamente necesario, sin embargo, deberíamos desconectar más a menudo el piloto automático, su abuso atonta y deshumaniza. Sobre si es mejor veranear en Kinshasa o en Seúl ya hablamos otro día, cuando hayamos dormido todos nuestras ocho horitas.

conderechoareplicamenorca@gmail.com

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