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Dietario

De puentes y mininos

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Jueves, 3
Interesante tertulia en la Biblioteca Pública de Alaior con Ponç Pons, Josep Pons Fraga y buena parte del público  en la que, entre otras cosas, debatimos sobre el humor en literatura y sobre periodismo responsable, asuntos relevantes para el dietarista. El humor es la mejor defensa no solo contra el fanatismo sino también contra el menos aparatoso pero no menos letal sectarismo, no es reírse de sino reírse con, es distanciarse y saber tomarse a uno mismo como lo que es, una pieza insignificante del tablero cósmico, aunque se te acerquen varias seguidoras (¿admiradoras?) de este dietario (¿periodismo responsable?), ante las que me tiembla la mano a la hora de firmar. Vanitas, vanitatis que también se cura con humor.

Viernes, 4
Es curioso que con la que está cayendo en el mundo global entre la crisis de los refugiados, la permanente amenaza del Estado Islámico o el no menos dramático cambio climático que amenaza la supervivencia del planeta, la mayor causa de discusiones subidas de tono sea el tema catalán en cuanto se cuela en alguna sobremesa. De hecho, mi comunicante anónimo de sobre y sello, que se  ha pasado a una patente ( y sorprendente) cordialidad, circunscribe ahora nuestros desacuerdos a que  le gusta más pedir un cortado que un tallat, aunque me ofrece un amistoso brindis «cuando me modere como ha hecho 'La Vanguardia'»…
Aunque suelo pedir un taat sin elle, como he pronunciado siempre, no soy muy partidario del anarquismo lingüístico: de la misma manera que hay un solo idioma castellano, hay un solo idioma catalán, hablados ambos con sus múltiples matices fonéticos y gramaticales pero escritos de una sola manera. Por aquí no hay forma de que me modere, no creo en una lengua mallorquina, menorquina, ibicenca o lapaoense… Y me temo que tampoco me moderaré en mi convencimiento democrático de que tarde o temprano tendrá que plantearse para Catalunya una solución política a su desencuentro con España, más allá de recursos al Tribunal Constitucional y embestidas de la Brigada Aranzadi (normas jurídicas y reglamentos según Enric Juliana)…
Dicho esto, el patético ridículo de los políticos catalanes, desde la  insólita declaración de independencia del Parlament, es inenarrable. Un paperot que hace caer el mito del seny, como se derrumbó el del molt honorable.

Sábado, 5
Me encargan durante unos días los cuidados de un gato y revivo sensaciones casi olvidadas (siempre conviví con ellos en mi infancia y juventud hasta que me pasé a los westties). El minino se esconde cuando me ve llegar, no le hago caso y despliego los periódicos del día. De vez en cuando silbo el consabido pspspsps como quien no quiere la cosa pero sigo leyendo las ocurrencias mitineras de unos y otros. Pronto le veo aparecer por una esquina con el sigilo habitual de los felinos. Se acerca, restriega su cabeza contra mi pierna. Continúo leyendo las gracias de unos y otros. De pronto me lo encuentro encima. Levanto el periódico y sigo con lo mío. Pero empieza a ronronear y me desarma. Dejo los periódicos embarazados de eslóganes y le acaricio la cabeza y el lomo mientras dejo pasear la mirada por la Isla del Rey. ¿Cabe mejor mañana de sábado?

Domingo, 6
De nuevo próximos a la Isla del Rey pero desde s'altra banda, comiendo raors y esclatassangs con entrañables amigos. Hablamos de lo humanamente divino (cosas de la mar, preferentemente) y ponemos a caldo a los que se sienten divinos. Enfrente de nosotros, el mamotreto del antiguo hospital Monte Toro que estropea el imponente perfil (sky line, dirían los del black friday, streamings,  start ups, spoilers y demás terminología importada) de la ciudad de la hache migrante. Puede que tenga valor arquitectónico-histórico (de la época franquista), como me reconvienen algunos amigos arquitectos, pero me encantaría perderlo de vista.

Lunes, 7
Seguimos atravesando el plácido puente y lo hacemos visitando el de los espías, la nueva película de Steven Spielgerg que con menos metraje sería un peliculón, pero se hace un poco cansina (quizá me influya el haber revisitado estos días la trilogía de «El Padrino», a la que no le sobra ni un fotograma). Volver a casa con el tiempo justo para ver el debate a cuatro (debió ser a seis, en dos sesiones, y con Rajoy) que también resulta algo premioso, aunque globalmente positivo. El talante es bueno en los cuatro, todos excepto el sudoroso pero televisivo Iglesias algo acartonados, y se deslizan algunas ideas, aunque extrañamente no se hable de políticas europeas. Sin ganadores ni perdedores, todo queda en el aire para una legislatura que se prevé sin mayorías claras en la que gobernará el que sea capaz de articular una mayoría parlamentaria, no necesariamente el partido ganador…

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