El 17 de enero de 1287 tuvo lugar la batalla decisiva entre las tropas del rey Alfonso y los árabes que habían habitado Menorca durante casi cuatrocientos años. Dado que Sant Antoni era el santo del día, hoy es el patrón de la Isla. El rey cristiano repartió la tierra entre sus nobles; organización feudal de la sociedad que se mantiene viva y se reproduce cada año durante las fiestas de Sant Joan. Tanto la religión como los ejércitos han ayudado a configurar lo que somos durante siglos. Luego hubo otras conquistas y reconquistas. Hoy nuestra relación con el mundo árabe está de actualidad en sus aspectos más negativos y amenazantes debido a los estragos causados por el terrorismo yihadista. También nuestros retos y costumbres han mutado a través de la Historia.
La sociedad actual mira con ojos críticos la fe religiosa y las cruentas batallas que libraron nuestros ancestros.
Hemos heredado un ingente tesoro cultural y artístico, incluyendo nuestras dos lenguas, pero no siempre la capacidad de apreciarlo y mantenerlo. Nos hemos vuelto demasiado indolentes y chabacanos, en un mundo donde cualquiera con pocas luces puede manejar un móvil o dejar corrosivos mensajes anónimos colgados en la red. Resaltamos lo negativo e ignoramos lo positivo con una visión sesgada, reduccionista, maniquea. Así justificamos tantos odios y prejuicios.
Pero hemos optado por vivir así. Olvidando las batallas que ganamos y perdimos.