El Danny –sí, con dos enes y una y- anda muy desanimado. La Yessi –sí, con y al principio y doble ese- no le corresponde lo que son mayormente los instintos humanos, sentimentales y mucho menos los animales. Le da más bola al Jona, que no entiende de sentimientos, va sobrado de instintos animales y además gasta una Kawasaki de tropecientos caballos que se pone de 0 a 100 en no sé cuántos microsegundos. Lo tiene chungo el Danny que no sabe qué hacer para que la Yessi se fije en él.
«Fua, nene, a la Yessi le bajaba yo la luna, se la volvía a subir y se la pintaba de rosa para que le fuera a juego con el pintalabios», recita galán a su compañero de andanzas el Jony. «Estás 'tó' loco, ¿Qué no?» Acierta a pronunciar el escudero con una sabiduría en sus palabras y una profundidad tan profunda que descoloca al mismo Danny. ¿Qué no?
El Danny habita en Benidorm, vive de noche y sobrevive de día entre el «Que pim, que pum, que pam…» y otras corriente filosóficas que giran en torno a la ruta del bakalao. La Yessi se ha largado a Barcelona cansada de la mediocridad y eso, como mínimo, está más lejos que la Luna, razona con una lucidez pasmosa Danny. «Te digo», añade el Jony.
Nuestro Romeo –no tiene ni pajolera idea de quién es Romeo y se la trae al pairo- no tiene pasta para financiarse ningún medio de transporte que le lleve hasta su amada y sus instintos humanos y animales, fundamentalmente, y los sentimentales -'una mijica'-, le aprietan lo que viene siendo su ser interior y exterior.
Él es producto de la EGB, es un superviviente nato a los problemas, se crece ante la adversidad mientras la peña le corea: «Ese Danny como mola… ¿Qué no?» Lo tiene todo calculado, tomará un autobús hacia Valencia, un gasto asumible, y al llegar recomendará encarecidamente al conductor que acelere hasta Barcelona si no quiere agenciarse un par de galletas y sopapos porque las cuatro semanas que lleva yendo al gimnasio ya se notan, le ha dicho el Jony. ¿Qué no?
¿Inverosímil, amigo lector? Que se lo pregunten a los amigos del vuelo que secuestraron en Chipre. El mundo está repleto de chalados. ¿Qué no?