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Vía libre

Servir a la sociedad

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Es una pena pero poco o nada deben saber los ciudadanos de a pie de los entresijos de la Fundació Rubió Tudurí, al margen de las disputas judiciales que empezaron a la muerte del farmacéutico y empresario Fernando Rubió. Del fundador de los laboratorios Andrómaco recuerdo, en los inicios de mi profesión, su nombramiento como doctor honoris causa por la Universitat de les Illes Balears y su contribución a la restauración del Fort Marlborough en Es Castell. En años posteriores su linaje se pierde en luchas internas por controlar la fundación que creó, dicen, para impulsar el desarrollo de la cultura de Menorca; en operaciones que acaban en los pasillos de los juzgados; en fondos fundacionales millonarios que sin embargo no han servido, que se sepa, para becar a casi nadie; en enfrentamientos entre la familia y el patronato... todo ello aderezado con palabras que chirrían como Suiza y Panamá. La biblioteca del Claustre del Carme es posiblemente lo que mayor rendimiento social ofrece, mientras que la sede de Mongofra no tiene toda la proyección y el uso que podría haber alcanzado.

De todo el culebrón deduzco que tanto la hija del fundador tenía razón, cuando en medio de un pleito pasado declaró que «el dinero es muy goloso», como la tiene el actual presidente, Albert Moragues, cuando dice que hay que abrir la fundación a la sociedad. No viviré para ver si el alquiler de la sede por medio siglo cumple ese cometido, espero que rinda a la gente y la cultura muchísimo antes.  De momento hay otro litigio sobre la mesa y aparece en escena un empresario del que no se sabe mucho.

El contrato está firmado, la discreción y la rápidez han sido máximas. Si la entidad quiere abrirse de verdad y desprenderse de su halo de elitismo tendrá que explicar bien a partir de ahora sus objetivos y acciones.

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