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Vía libre

El padrón fantasma

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Hacienda no somos todos, al menos no todos los que llenan los padrones municipales en Menorca y no sabemos dónde paran, aunque lo intuimos: en algunas de las grandes ciudades que nutren la isla del turismo de segundas residencias. Ese que dicen los empresarios del sector que es de los que más dinero deja en los negocios locales y que, de no ser por el descuento de residente en los billetes de avión y barco probablemente espaciaría más sus visitas o dejaría de venir. Es lo que parece haber detrás del descuadre entre los vecinos que dicen estar empadronados en la Isla y los que realmente luego pagan sus impuestos aquí, según los datos que ha ofrecido la Agencia Tributaria a partir de las declaraciones del IRPF.

Pero no son solo ellos, ya que también son muchos los que por razones laborales o de estancia temporal pasaron por Menorca y, si el cambio de empadronamiento no les es necesario para sus actividades normales en otro lugar -cuando tienes hijos en edad escolar, por ejemplo, se acaba el chollo-, apuran su condición de residente para beneficiarse de la rebaja que paga el Gobierno. Otros entran también en el colectivo de vecinos ficticios, pero tendrían a mi parecer más justificación, y son aquellos menorquines jóvenes que acaban estudios y dan sus primeros pasos en el mundo laboral. Por no tener no tienen ni para declarar IRPF cuanto menos para prescindir del empadronamiento en la casa familiar y poder visitar su tierra, al precio que tienen los billetes.

Aún así, que solo un 34,5% de vecinos censados en Es Mercadal o un 37 en Sant Lluís presente declaración en sus municipios resulta sospechoso. Los isleños a tiempo parcial inflan el coste global de la bonificación, las compañías inflan las tarifas, pero todo parece normal, en la línea de nuestra ancestral picaresca.

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