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¿Tiene caldereta sin langosta?

Cosas que hacer con un millón de dólares

Dan Price tenía diecinueve años cuando fundó Gravity Payments, una empresa dedicada al desarrollo de sistemas para procesar pagos con tarjeta de crédito. Once años después, la empresa daba trabajo a ciento veinte personas y Dan se había convertido en un exitoso joven directivo con un sueldo de un millón de dólares. En el año 2015, sin embargo, ocurrió algo que iba a cambiar su filosofía de trabajo. El joven leyó un estudio publicado por la Universidad de Princeton que analizaba las respuestas ofrecidas por mil residentes de Estados Unidos acerca de la relación entre el dinero y la felicidad. La investigación demostraba que el bienestar emocional aumentaba según el nivel de renta, si bien este progreso se estancaba cuando los encuestados percibían 75.000 dólares anuales. En efecto, las entrevistas demostraban que, a partir de esa cifra, no había diferencias notables en cuanto al grado de satisfacción con la vida. El estudio concluía, por otra parte, que tener ingresos reducidos exacerbaba el dolor emocional asociado a ciertos infortunios como el divorcio, la soledad o la enfermedad. Dan Price quedó sorprendido por las conclusiones del estudio y decidió ponerlas en práctica en su empresa aumentando el salario mínimo de sus trabajadores durante los tres próximos años a 70.000 dólares anuales. Esta medida supuso que treinta trabajadores vieran duplicada su remuneración. Para financiar esta iniciativa, Dan redujo su astronómico salario de un millón de dólares para cobrar lo mismo que el resto de sus empleados. El resto de los fondos procederían de los casi 2,2 millones de dólares que la empresa tenía previsto obtener de beneficios. La decisión fue todo un fenómeno mediático. El joven emprendedor fue portada de la revista «INC». «¿Es el mejor jefe de América?», decía el titular sobrescrito sobre la cara sonriente de Dan. Lo que no esperaba el joven es que un año más tarde los trabajadores iban a agradecerle su gesto. Le dijeron que había una sorpresa esperándole en la entrada de la oficina. Cuando Dan salió, sus ojos se emocionaron al ver el coche de sus sueños, un Tesla Model S. Se quedó sin palabras cuando supo que los trabajadores habían ahorrado durante seis meses para comprarle aquel regalo.

«Encuentra un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida», decía Confucio. En efecto, muchas veces pensamos que 'felicidad' y 'trabajo' son dos palabras que no pueden ir juntas en una misma frase. Sin embargo, diversos estudios concluyen que la felicidad del trabajador es un factor clave para el correcto desarrollo de la empresa. En este sentido, el estudio «Felicidad y trabajo» realizado por la consultora Crecimiento Sustentante concluye que, cuando los colaboradores son felices en su trabajo, presentan hasta un 33 por ciento más de energía y dinamismo, se adaptan mejor a los cambios y se reduce sustancialmente el riesgo de sufrir accidentes laborales. De igual manera, el bienestar en el entorno laboral incrementa hasta un 88 por ciento la productividad de la empresa. ¿De qué manera se puede mejorar la satisfacción del trabajador en la empresa? Una de ellas es escuchar a los empleados y preguntarles qué es importante para ellos en la empresa. Otra concederles espacios en los que tengan capacidad de decisión lo que les ayudará a sentirse parte de un proyecto colectivo que requiere su colaboración para conseguir buenos resultados. También es conveniente organizar celebraciones cuando se consiguen los objetivos propuestos. Otra buena idea es fomentar un ambiente de compañerismo que transmita a los empleados confianza para superar los errores. Fomentar las medidas de conciliación y de flexibilidad horaria es otro camino para que el empleado sienta que el trabajo no es una tumba a cualquier intento de formar una familia o disfrutar del ocio. En definitiva, el empresario debe preocuparse por el llamado «salario emocional» que hace referencia a la percepción que el trabajador tiene respecto a su empresa.

La idea de Dan Price incrementó el bienestar emocional de sus trabajadores. Gracias al aumento de sueldo, muchos trabajadores pudieron desarrollar proyectos que tenían aparcados por su nivel de renta. Es cierto que al joven empresario no le hacía falta el dinero gracias a la fortuna conseguida tras doce años de éxito. Sin embargo, ¿cuántos directores generales renuncian a un millón de dólares para que sus trabajadores vivan algo mejor? Todavía nos falta recorrer un largo camino. Quizá nos sirvan de ayuda las palabras del laureado escritor Jacinto Benavente: «El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor».

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