Vivir es un riesgo. Es obvio, queridos lectores, que el día a día de algunas personas conlleva mucho más peligro que el de otras. Pero por más que alguien se sitúe dentro de una placentera zona de confort, e intente huir de problemas que le hagan su existencia más cuesta arriba, siempre va a necesitar, en mayor o menor medida, algunas emociones que le generen adrenalina.
Las personas intentan huir del aburrimiento que convierta sus vidas en un trascurrir de días grises e idénticos. La adrenalina es necesaria para la vida, es una cuestión de química básica. Es una sustancia que forma el cuerpo de manera natural en las glándulas suprarrenales, la almacena y solo la libera en situaciones de alarma, de stress, de miedo, de peligro. La adrenalina es además adictiva, sin un chute periódico la vida se aplatana de mala manera.
Es cierto que la adrenalina se puede sintetizar en laboratorios, pero no vas a ir poniendo inyecciones de adrenalina sintética para que tu vida sea más emocionante. Lo que sí hacen muchas personas es buscar las experiencias que le generen de forma natural el subidón necesario para meterle chispa a su existencia.
Los hay que acuden a un parque de atracciones y se suben a montañas rusas imposibles. Los hay que les basta con ver cada domingo a su equipo de futbol ganar o perder los partidos. Los hay que lo consiguen practicando algún deporte, o tirándose en paracaídas, viajando en globo, haciendo rafting, puenting, parapente o cualquier otra actividad de riesgo.
Otros buscan los rincones más alejados del planeta para sentir frio extremo, la pequeña ciudad de Oymyakon, a siete mil kilómetros de Moscú, que resiste fríos por debajo de 50ºC, ya recibe sus primeros turistas. Otros prefieren viajar al Valle de la Muerte en California, para disfrutar de sus agradables 55ºC a la sombra. Vigila el turismo, Menorca, la competencia es infinita.
Una de las actividades de ocio generadora de adrenalina que más está creciendo en nuestro país es el de las Rooms Escape. Las Rooms Escape nacieron en 2006 en Silicon Valley, cuando un grupo de informáticos crearon un juego basándose en las novelas de Agatha Christie. Se habilita una estancia, o varias, cuidando todos los detalles, la decoración, la luz, los efectos especiales, etc., y un grupo de personas tiene que resolver en menos de una hora una serie de enigmas y acertijos para poder escapar de la habitación.
La temática de cada habitación es muy variada y va desde celdas de prisión, a laboratorios de científicos locos, pasando por cámaras secretas de faraones o sótanos siniestros de asesinos en serie. Este juego psicológico, de habilidad mental, es como meterse en una película y vivir emociones que parecen reales sin serlo. Lo que sí es real es que el nivel de adrenalina se dispara.
Los caminos y posibilidades para huir del temido aburrimiento son infinitas, son personales y en muchas ocasiones son intransferibles. Porque lo que para algunos puede ser la experiencia de sus vidas para otros no es nada y viceversa. Algo así pasa con nuestros mediocres políticos, lo que para ellos es importante, a la gente le importa un bledo. Y lo que es importante para las personas, para ellos son molestias inoportunas que les impiden concentrarse en sus cosas.
Perdón, estábamos hablando de experiencias excitantes y ya han tenido que salir los generadores de aburrimiento por excelencia. Si es que no aprendo, ni mis glándulas suprarrenales tampoco. Ya queda menos, diviértanse y feliz verano.