El Fons Menorquí de Cooperació y este diario colaboraron recientemente en un taller para periodistas sobre cómo utilizar el lenguaje para no transmitir mensajes de racismo o que estigmaticen a determinados colectivos, como los migrantes. Mejor dicho, el debate se centró más en lo que se debe evitar: calificar gratuitamente con palabras que poco o nada añaden de interés informativo a los protagonistas de las noticias de cada día. Moha Gerehou, joven periodista de Huesca y presidente de SOS Racismo Madrid, condujo estos encuentros. Como español de raza negra sabe bien lo que pueden herir los adjetivos que a otros a menudo les parecen inocuos, las expresiones que aparentemente sin maldad y 'de toda la vida' se cuelan en las conversaciones, comentarios, bromas y, lo que es peor, en la prensa y en las redes sociales. Estas últimas han democratizado la información para lo bueno y para lo malo, ya que permiten dar rienda suelta a los ataques anónimos y en algunos casos a auténticos mensajes de odio. Queda mucho camino por recorrer y vale la pena hacer autocrítica. En ocasiones un buen titular pasa por encima de otros miramientos; el objetivo profesional de atraer al lector, la presión del cierre o la conexión en directo y la limitación de espacio llevan a inercias que hay que romper. Por eso fue muy positiva la iniciativa, el intercambio de opiniones y el pararse a pensar. Tenemos más diversidad, nuestra sociedad es heterogénea, y existe la necesidad de construir un lenguaje alternativo, desterrar los estereotipos, la generalización, las palabras que dañan, pero al mismo tiempo sin caer en la cursilería, huyendo de lo forzado y sin vernos constreñidos en la labor de informar, hasta que sea natural usar la herramienta diaria de la comunicación de modo que nadie se sienta discriminado.
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