El 'truebazo' amenaza la película «El guardián invisible» de González Molina basada en la obra de Dolores Redondo, superestreno de este fin de semana por la seria amenaza de boicot lanzada en las redes sociales. Y todo porque una actriz de «presencia mínima» en el filme (se han apresurado a afirmar en un comunicado productores, director, escritora y actriz protagonista, desesperados por salvar los muebles) ha hecho el papelón de su vida en un programa de Euskal Telebista-1 se supone que divertido (de nuevo el humor como escudo) pero que era un akelarre de insultos (catetos, chonis, atrasados) a ciudadanos españoles, justamente el potencial mercado de la película. La secundaria Miren Gaztañaga lanzaba a última hora de ayer a los medios unas disculpas muy pobres y forzadas, el mal ya estaba hecho.
Aunque en caliente dan ganas de repetir «La la land» y que se hunda «El guardián invisible» con esta señora dentro, creo que no sería justo. Y menos cuando la protagonista, Marta Etura, donostiarra, ha sido valiente y ha hablado alto y claro en declaraciones anteriores sobre lo que se ha sufrido con ETA. «Vivíamos bajo el terror. No hay que olvidar», ha dicho.
Pero además de las consecuencias de este incidente para la industria del cine, que debería afinar más en los castings, hay que tener en cuenta que todo surge de una televisión pública financiada con dinero de todos, de un programa en el que con un humor burdo y desagradable se ofende, desde una mirada de supuesta superioridad excluyente. No hay que linchar a nadie, pero la dirección de la cadena tiene que dar explicaciones. Bastante tenemos con que las televisiones autonómicas se utilicen para hacer política. Ahora encima vamos a pagarles los chistes malos y que se pavoneen de ello.