Hace un mes que tuve el placer de visitar la isla de nuevo y encontrarme con parientes y amigos. Siempre es agradable y lo pasé muy bien. La ocasión fue el dar un par de charlas sobre cómo está la situación del planeta debido al calentamiento global. Era parte de una semana dedicada al replanteamiento de las fuentes de energía en la isla.
Una vez de vuelta en Madrid y por el diario Menorca vi la foto de una manifestación que era parte de estas jornadas y me sentí algo desanimado el ver la poca participación que hubo. No parece que el que nos estemos cargando el planeta y el futuro de hijos y nietos sea algo de gran interés. En España, la prensa en general no habla casi del cambio climático y sus consecuencias. ¿Es que no interesa a la gente o es que no se quiere que interese a la gente?
Este tipo de preguntas son difíciles de contestar. No hay duda que el fútbol apasiona y hay páginas y páginas dedicadas a ese deporte. Parece que para el país es mucho más importante qué equipo gana que el futuro político o económico de la sociedad.
Sí, se reproducen las tonterías que dice el Trump o las mil historias de corrupción, pero poco se habla de cómo evitar esa corrupción y cómo dar al país una estructura económica para el futuro. Cuando estaba Franco sabíamos muy bien que había muchas noticias de fútbol y ninguna de política por razones obvias. ¿Siguen operando los mismos mecanismos?
Los mismos mecanismos ciertamente no, pero otros que pueden causar efectos similares puede ser. Por ejemplo, 2015 fue un año malo por atentados terroristas en Europa, hubo 175 muertos como consecuencia. En el mismo año en Europa hubo 26.000 muertos por accidentes de carretera. Las televisiones dedicaron horas y horas comentando los actos terroristas, causando miedo en la población, con lo que se incrementa el efecto que los terroristas pretenden. Pero casi nada se dice de los accidentes mortales de carretera. Las personas están preocupadas por el terrorismo pero se suben al coche sin ningún problema cuando es casi 150 veces más probable que mueran por accidente que por ataque terrorista. Pero lo que parece que importa es el espectáculo, no la información.
Esta actitud ciudadana es consecuencia directa de lo que nos venden. Pero por otra parte hay muchas cosas que nosotros los ciudadanos no queremos saber. No nos interesa lo que nos imponga un sacrificio o un cambio de estilo de vida. Preferimos muchas veces la ignorancia.
Es curioso en este sentido lo que podemos observar durante las celebraciones de la Semana Santa. Durante esta semana escogemos unas tallas de Jesús, ese obrero de la construcción de Galilea, y de su madre, a pesar de lo que dice el segundo mandamiento del decálogo de Moisés, para pasearlas por la ciudad. En primer lugar, esas tallas nada tienen que ver con las típicas características étnicas de los palestinos, son evidentemente representaciones de personas de etnia blanca. Vestimos a las tallas con ropas de la realeza, coronamos a la madre de Jesús con corona real y se le ponen medallas.
Con gran devoción y ornato se pasean estas imágenes por las calles de las ciudades. Se encienden velas, se ponen flores y en algunos lugares se recibe a la madre de Jesús a gritos de "guapa". Si hiciéramos eso a una mujer por la calle ahora nos tildarían de machistas, pero se ve que a la madre de Jesús se le puede hacer.
Es una gran celebración la que se hace y parece que para estos ciudadanos la figura de Jesús es muy importante, pero ¿realmente importa algo lo que dijo Jesús? El habló de dar de comer al hambriento, de vestir al desnudo, de visitar a enfermos y presos.
En las ciudades hay mucha gente viviendo en la calle, pidiendo para comer, ¿nos ocupamos de ellos? A las puertas de Europa se agolpan refugiados de la guerra en Siria prácticamente sin nada para vivir y allí los dejamos. En el Mediterráneo mueren miles de subsaharianos en busca de un futuro y allí se quedan. De los miles de refugiados que España se comprometió a acoger este año solo unos pocos han sido recibidos. De esas cosas no queremos saber.
Nos importa lo que no altera nuestro modo de vida y no nos carga con responsabilidades. Veremos cómo nos juzgan las generaciones futuras.