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Les coses senzilles

Oído al parche

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La expresión «oído al parche» tiene origen bélico, en el sentido de afinar el oído para oír lo más pronto posible los tambores o parches enemigos. Tradicionalmente, todos los ejércitos tenían grandes bandas musicales, provistas de potentes tambores, que marchaban al frente de las tropas en los prolegómenos de la batalla. Su objetivo era asustar al enemigo antes de la lucha, amedrentarlo para minarle la moral o incluso para hacerle desistir ante la amenaza de un contingente armado superior a sus fuerzas.

Actualmente el sentido de la expresión es que debemos estar alerta ante cualquier situación, para preverla y sacar el mejor provecho de ella. Es lo mismo que dicen del estrés, que sirve para poner el cuerpo en tensión y obtener el mejor rendimiento posible ante un peligro o ante cualquier realidad que debemos afrontar. En ese sentido, ahora que se está haciendo tanto ruido por uno y otro lado ante la realidad aún desconocida del referéndum catalán, todos deberíamos estar dispuestos y con el oído atento al parche para que no nos cojan desprevenidos. Y es que los tambores de uno y otro lado suenan cada día con más fuerza, augurando, o a lo mejor queriendo evitar, un enfrentamiento colosal.

Pero lo del oído tiene su miga. Me he fijado en que de vez en cuando me llegan ofertas del «Gaes» queriéndome endilgar aparatitos que hoy por hoy aún no necesito. Dicen que a partir de los 40 años todos notamos mayor número de pitidos en los oídos, y no es que el «Gaes» quiera vendernos su mercancía y esté hablando de nosotros, ni tampoco que los catalanes y castellanos quieran implicarnos en su pugna ancestral, sino que los tejidos que rodean nuestros oídos han comenzado a envejecer. Hoy día este envejecimiento puede ser precoz debido al uso excesivo de los cascos y el volumen puesto a gran altura, y al poco descanso que reciben los oídos. Pero hay algo mejor en todo esto, y es lo que llaman el «orejasmo». Literalmente: dicen que en Vietnam se ha descubierto que también se pueden tener orgasmos por el oído. Dicen que allí se han abierto una serie de peluquerías y spas dedicados a la limpieza y purificación de los oídos. Yo sabía que rascarse los oídos produce una reacción placentera, por lo sensibles que son y por la cantidad de nervios que convergen ahí, pero es que ya hay quien dice que prefiere una buena limpieza de oídos a una sesión de sexo. Si además nos ponen en los auriculares discursos de Rajoy y Puigdemont el «orejasmo» está garantizado.

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