Iñaki Urdangarin vive en Ginebra (Suiza) junto a su esposa la infanta Cristina de Borbón y sus cuatro hijos a la espera de que la desesperante lentitud de la justicia española tenga a bien decir que «hasta aquí llegó el agua» en el caso Nóos, y se haga público el futuro de Urdangarin. Mientras tanto, he leído en internet que La Caixa pagará (no sé por qué) 120.000 euros del colegio de los cuatro hijos, más (tampoco sé por qué) 60.000 del alquiler de la casa, el Estado pagará (no sé por qué) 300.000 euros por la seguridad de la infanta y sus cuatro hijos, mientras el tal Urdangarín a verlas venir. Así da gusto, y luego que no hay dinero para las pensiones.
Dicen quienes lo saben que la sentencia se podría hacer pública la próxima Navidad. Yo lo veo un tanto raro, poco oportuno, y si me apuran bastante arriesgado, porqué por esas fechas el rey tiene por costumbre dar por televisión su discurso más esperado. No quiero ni pensar en una coincidencia entre la sentencia y el regio discurso de su majestad Felipe VI, sobre todo si resultase que el tal Urdangarin fuera declarado como nuevo huésped de Soto del Real para unos cuantos años.
Por seguir empeñado en que la justicia es igual para todos a ver si este pobre hombre va a pagar con la cárcel por mantenernos en esa creencia.