Pasó el 8 de Marzo con manifestaciones masivas y un sentimiento general festivo que dio brillantez al día. Fue impresionante ver el número de ciudades que se integraron en el movimiento y la participación de mujeres y hombres de todas las edades. Parece que se está haciendo obvio a la ciudadania la necesidad de hacer efectiva una igualdad teórica que se ha mantenido en ese nivel por muchos años.
Ese día no fue igual en todo el mundo, así como en España se puede hablar de tsunami feminista, en Estados Unidos nada se oyó del día de la mujer y no es que esté en mejor situación en materia de igualdad. Allí no se notó el tirón del movimiento que se vivió en España.
Aquí todos los políticos intentaron aprovecharse de la situación con mayor o menor habilidad. Todos están de acuerdo en el principio teórico, el problema es que hay que llevarlo a la práctica y allí es donde emergen las discrepancias. Partidos que llevan años gobernando ahora muestran entusiasmo por esa causa, pero hay que preguntarse cuanto realmente hicieron cuando estaban gobernando. De todas formas, este camino a la igualdad no se puede andar solamente con leyes, necesita una seria cooperación de toda la ciudadania.
Muchos de los prejuicios inconscientes que tenemos han nacido de la vida familiar y social en la que nacimos y crecimos. Cuando uno es un niño, nada se cuestiona y todo se asimila. Con los años podemos darnos cuenta a veces de estos prejuicios y corregirlos, pero no siempre pasa. Los prejuicios están tan metidos en nuestro ser que no nos damos cuenta de ello. Es a nivel de educación familiar donde tenemos que trabajar para evitar esos prejuicios y abrir camino a la igualdad.
Una de las áreas de trabajo en donde se notaba más en el pasado la ausencia y visibilidad de las mujeres era en la investigación científica. En España y a principio de los años 80, vimos, al menos en mi área de trabajo, un incremento sustancial en el número de mujeres. Había una colaboración establecida entre España y el laboratorio de Oak Ridge donde yo trabajaba, y ese mayor número de mujeres fue notable, ya que en el Laboratorio de Oak Ridge solo había una mujer en nuestro campo y las personas que venían a colaborar con nosotros casi todas eran mujeres.
Para mi fue alentador ver ese cambio en España, pero en los últimos veinte años he notado un decrecimiento en el número de mujeres que vienen a investigar. No se si eso es debido al tratamiento sufrido por las mujeres que habían entrado desde los 80. Para estas mujeres ha habido muy pocas promociones y prácticamente no participación en puestos administrativos altos. La mentalidad de quienes controlan las jerarquías dentro de las organizaciones científicas no cambió. Esto ha tenido efectos muy negativos.
Esta posición negativa la hemos visto también estos días en un informe hecho público por la CEOE, según ellos «rasgos psicológicos y habilidades no cognitivas» influyen en que las mujeres cobren menos. Este tipo de mentalidad lleva a los techos de cristal.
Pero hay que ir con cuidado en como se enfrentan esos problemas. En los años que presidí el comité para asignar becas post-doctorales en el Laboratorio, hubo presiones para para asignar un cupo a mujeres y minorías étnicas. Nunca acepté esta perspectiva, esto es un insulto a las mujeres y a las minorías ya que en caso de admitir cupos, es aceptar que no están suficientemente preparados y eso era falso. Había pocas mujeres que se presentaban pero las que lo hacían estaban tan bien preparadas como los hombres.
Lo que hacía falta es quitar de la mentalidad de la gente que trabajo de investigación es cosa de hombres y eso se debe combatir a los niveles iniciales de la enseñanza. Lleva tiempo, no hay duda, pero por allí es donde hay que empezar y no introducir falsos remedios.
El tsunami de 8 de Marzo me ha levantado muchas esperanzas. El camino que llevan muchos políticos ahora es el de volver atrás en lo social y en la democracia. El movimiento feminista no solo abre el camino a la igualdad sino que puede parar esos cambios hacia peor.