La batalla es por el campo. Si hay algún tema en que los dos bloques políticos muestran una visión contradictoria, aparte de la siempre eterna carretera, es por los usos en la zona rural de la Isla, el territorio esencial.
El PP presentó su programa en Torralbenc y puso este hotel como el mejor ejemplo de lo que se puede hacer en el campo de la Isla. Según Coia Sugrañes, ha pasado de ser una finca abandonada a un paisaje privilegiado, un hotel precioso rodeado de viñedos, al que accede un turista de alto poder adquisitivo.
El modelo se ha extendido y hoy existe una larga lista de casas rurales convertidas en agroturismos y una relación más larga todavía de proyectos pendientes de aprobación. Los planes de los nuevos inversores se ven de forma distinta. Para unos representan una oportunidad para la economía de Menorca, para otros significan un riesgo de transformación irreversible del paisaje de una zona rural, a menudo agreste, para convertirlo en un jardín para turistas.
Estas dos visiones se concretan en las normas. Los partidos de izquierdas son partidarios de un PTI que permite los planes turísticos pero que establece unas condiciones que limitan los usos. Las boyeras solo podrían convertirse en habitaciones en unas condiciones muy determinadas. Muchos inversores creen que se les ponen demasiados inconvenientes, si bien es cierto que el objetivo de su proyecto forma parte del bien más preciado por los menorquines, esta naturaleza privilegiada que hemos heredado.
El PP ya ha anunciado que su primera decisión será volver a aplicar la Norma Territorial, más permisiva con los proyectos de turismo rural y el uso de los edificios existentes. El PSOE y sus socios del Pacte se han manifestado con hechos, retirando la NTT y promoviendo un PTI que establece restricciones importantes en los usos.
Estas elecciones también representan elegir un modelo para el campo de Menorca.