Estamos a las puertas del 5G. Una nueva generación de telefonía móvil que aumentará de forma vertiginosa la velocidad de conexión y sus prestaciones, hasta límites que hace poco eran solo ciencia ficción. Difícil de imaginar lo que todo ello implica de ahora en adelante. Estamos todavía en la cuarta generación o 4G y ya se anuncia una revolución que lo va a cambiar todo, empezando por nuestros hábitos de vida y costumbres. El control de esa tecnología es casus belli para las superpotencias. Quien domine la información dominará el mundo o, tal vez, ya lo domina. Vivimos en un nuevo entorno por explorar y conquistar. Ahora se habla del internet de las cosas, o sea, la interconexión digital de objetos cotidianos. Todo conectado a internet y equipado con un dispositivo de identificación. La nevera te dirá lo que tienes, lo que te falta, lo que te conviene comer y lo que necesitas comprar. Lo pedirá a la tienda y un robot te preparará la comida. Claro que con la nevera la relación es muy fría, pero eso aplicado a infinidad de cosas puede facilitarnos mucho la vida. Todo a control remoto. La luz se enciende y se apaga sin pulsar el interruptor, la temperatura se regula sola y podremos comprar desde cualquier parte. La lista sería interminable...
Eso lo ha descolocado todo. Provoca vértigo y desconcierto. Parece que la realidad circula en un Jaguar mientras nosotros y nuestros políticos viajamos en diligencia.