¿Existe una relación de causa efecto entre el racismo y la xenofobia de Trump y los atentados de Ohio y Tejas, que han provocado la muerte de 30 personas? Es evidente que la incitación al odio es una grave irresponsabilidad política. Los argumentos se convierten en balas con las que se cargan las pistolas. Y la construcción del relato racista permite a algunos demócratas fracasados atribuirse la defensa de una causa justa para asesinar a inocentes. Es el nuevo terrorismo, lleno de razones como el de la yihad.
El problema es que Trump es un ejemplo. Su «America first» es un virus contagioso que se expande. Su proteccionismo agresivo crea víctimas, en su país y en todo el mundo. «España primero» también tiene sus seguidores. Eso se descubre con las críticas al barco de rescate de la ONG española «Open Arms», que lleva más de 160 inmigrantes a bordo, rescatados de este cementerio en que se ha convertido el Mediterráneo. Italia no los quiere después de que el relato del no a los inmigrantes se haya convertido en terreno abonado para las elecciones. Malta se quedará 39, los que estaban en sus aguas, España no quiere ser el destino preferente de la ola inmigratoria. Y Europa no toma decisiones. El Ayuntamiento de Maó se ha ofrecido para que desembarquen en su puerto, pero eso depende del Gobierno.
Hace tiempo que ya no existen políticos valientes. Existen encuestas y marketing y decisiones que son consecuencia de ello, pero políticos que actúen porque se sientan obligados a ser consecuentes con una ideología y una ética, de esos ya no hay. ¿Tan difícil es contrarrestar el relato racista con una acción comprometida con los inmigrantes? Hay quienes diferencian a los refugiados de los inmigrantes. Los primeros son los que deben huir de su país por sus ideas, porque temen ser represaliados. ¿Acaso las ideas pesan más que el hambre? Si los 160 rescatados del «Open Arms» desembarcaran en el puerto de Maó sería una buena forma de comprobar hasta qué punto nos decantamos por el «Menorca first» o por los corazones de carne.