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Con derecho a réplica

¿En qué dirección giran tus neuronas?

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Madre mía, uno ya no sabe a qué atenerse. Los referentes y las ideas que parecían más solidas que un bloque de granito se van desmoronando una a una como un castillo de arena. Pues ahora resulta, queridos lectores, que eso de que el agua del lavabo gira de forma diferente en cada hemisferio -debido a la llamada fuerza de Coriolis- es un mito más falso que el del monstruo del Lago Ness.

Mira que hemos visto multitud de vídeos donde nos demostraban que el agua que se vacía de un lavabo gira en un sentido en Menorca, ejemplo de hemisferio norte, y en el otro en Sídney, ejemplo del hemisferio sur. Pues todo es mentira: al parecer, la fuerza de Coriolis es perceptible en grandes masas de agua, pero completamente irrelevante en el agua de un lavabo. El giro que emprende el agua puede estar relacionado con la forma del lavabo, con su superficie, o sencillamente por la situación que ocupe en él el desagüe.

Una vez más se cumple el principio de la navaja de Ockham: «En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable». Parece que el filósofo inglés lo clavó una vez más. Mucho vacilar de las leyes de la dinámica, y al final el agua gira dependiendo de dónde le tengas puesto el tubo del desagüe. Olé y olé, cómo nos gusta complicarnos la vida. Nos encanta enredarnos en explicaciones complejas para problemas básicos en los que bastaría aplicar un poquito el sentido común. Igual va en la condición humana eso de extinguirnos.

Si alguien pide auxilio porque se está ahogando en el mar, huyendo de guerras y miserias en las que algo tenemos que ver, la cuestión es muy sencilla: ¿le preguntas dónde nació, o le ayudas? Si tu respuesta es preguntar por el país de origen, no cabe duda, eres un mierda con todas las letras. Si tu respuesta es sencillamente ayudar, demuestras que te quedan trazas de humanidad. Así que se apliquen el cuento todos los que quieren dejar al barco de Open Arms a la deriva con decenas de vidas a bordo. O como el tarado de Salvini, que pidió llevar el barco a Eivissa para que se diviertan. Salvini es la demostración empírica de «La metamorfosis» de Kafka, donde un ser humano se convierte en una gigante y repugnante cucaracha. Y aquí no caben medias tintas, ni palabras timoratas, ni explicaciones enrevesadas.

No sé en qué dirección giran las neuronas de los trolls que van soltando burradas por la redes del tipo: «Si tanto quieres a los inmigrantes llévatelos a tu casa». A ver criaturita de tu dios, ¿no ves que, como dijo el periodista Antón Losada, ya lo hacemos? ¿No ves que pagamos impuestos para que con nuestro dinero el Gobierno ayude a quien más lo necesita y ahora mismo quien más lo necesita son las personas que se tiran al mar huyendo de la desesperación? No pagamos impuestos para que los estirados de polo con cocodrilo y banderita en la muñeca se den la gran vida, a costa de nuestro dinero, con sus chiringuitos y tejemanejes. Es increíble ver como muchos de ellos van los domingos a misa a rezar a un dios que dijo aquello de «amaros los unos a los otros», pasándoselo sin miramientos por el forro (como el «no robarás», por otra parte).

Que no nos líen, de verdad. Toda vida merece la pena ser vivida y ser contada. Y quien anda cosificando a otros seres humanos para acallar su conciencia merece el más profundo de nuestros desprecios. Y eso debería servir tanto para Menorca como para Sídney. Y mientras no falte el agua para todos, que gire para donde le dé la gana. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com

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