Setenta y tres botellas de alcohol requisadas a 40 menores de edad fue el resultado de la decidida intervención que llevaron a cabo en la noche y la madrugada del pasado sábado de carnaval los agentes de la Policía Local de Ferreries.
El gobierno municipal que encabeza Joana Febrer, de la Entesa, dictó un bando en el que informaba a la población de las instrucciones transmitidas a los policías, que incluían además, informar a los padres de los menores a quienes se retiraban las botellas, e instar a restauradores y comerciantes a que se asegurasen de la edad de sus clientes a la hora de venderles el alcohol.
La decisión de la alcaldesa y su equipo, además de ser pionera en la Isla, con toda seguridad evitó no pocas borracheras de adolescentes que suelen ir acompañadas de otros disgustos propios o a terceros durante la masiva celebración del carnaval en la localidad. Otros años, por ejemplo, abundaba la rotura indiscriminada de retrovisores o daños al mobiliario urbano.
Comprobado el macrobotellón para menores en que se convierten las fiestas patronales de la Isla, la iniciativa ferreriense es un punto de partida práctico que puede servir como ejemplo para el resto. Así se debatió y se propuso en la reunión de alcaldes con el Consell hace dos semanas para, de una vez por todas, poner coto a este prematuro consumo. Otra idea fue la de prohibir a los menores que lleven las botellas de pomada en el jaleo bus, aunque ahora les obliguen a depositarlas en la bodega del vehículo, una medida que debería estar aplicada desde hace tiempo si realmente se quiere cambiar esta peligrosa costumbre entre adolescentes.
El alcohol continúa como una de las adicciones que aparecen a edades más tempranas, y lamentablemente en la Isla, ocurre de manera flagrante por el asumido hábito en las celebraciones estivales. Ferreries ha abierto el camino que debería seguir el resto, también en las fiestas patronales.