Desconfinar a los niños no es una tarea tan fácil como puede parecer. Para mi sorpresa mis hijos se han acostumbrado a estar en casa. Y sacarlos a dar un paseo está costando. Habían hecho su universo de fantasía y seguridad en el hogar y con la mamá presente, o sea yo. No sé si a ti lector que tienes hijos en casa te ha costado convencerles para que salgan, si es que te lo has propuesto. Es curioso porque en la anterior columna sugería que vivieran la naturaleza, y lo hicimos el domingo. Como vivimos cerca del puerto de Mahón lo teníamos fácil, sacamos la bici, y el patinete y sobre asfalto íbamos bordeando parte del puerto, hasta el Fonduco. Cogieron todas las flores silvestres que pudieron. Sumergimos los pies en el mar. Olimos el salitre, respiramos aire puro. Alguna que otra familia nos cruzamos y nos mirábamos con complicidad.
Pero al entrar en la semana, no les hacía mucha gracia salir. Y eso es la rutina casolana. Ahora hay que educar sus pequeños cerebros en que salir es importante para la oxigenación de sus células, y la sociabilidad.
Y digo esto, porque las maestras de mis hijos desde que volvimos de Pascua ‘confitados' hacen tutorías virtuales con los pequeños. Y una de las preguntas era ¿echáis de menos el colegio, los amigos...? pues mi hijos mudos. No es por nada, la escuela-casa la tienen cubierta conmigo, y el juego y la complicidad entre ellos dos. Y algún amigo que se cruza por la urbanización a distancia. Y eso sí que me preocupa. Dicen que solo necesitas 21 días para convertir una acción o comportamiento determinado en un hábito. ¡Llevamos más de 40 días! Y me asusta que adquieran este hábito de estar en casa. Las videollamadas, videotutorías,...
El hashtag #quédatenecasa nunca se lo he nombrado a ellos desde que empezó esta crisis. Les expliqué por qué nos quedábamos pero no les repetí, ni pienso repetir esta frase. Quiero que salgan, que descubran, que viajen, que sientan que hay otros lugares. Ya bastante tenemos con estar encerrados por un tiempo, por crisis sanitaria. Creo que la gestión del coronavirus se podía haber hecho mejor.
Eso sí, el hashtag #todoirábien sí que me gusta para ellos. Es productivo, positivo, hay una acción implícita, hay color ya que le acompaña un arcoíris con nubes.
Cosas positivas que he visto en mis hijos en estos días de ‘hogar confitado' que se han hecho mayores, y soy testigo. Al estar más con nosotros, nos viven como adultos y adquieren expresiones, ademanes adaptadas a su estatura. Menos mal que les acompaña su bendita imaginación. Otra de las cosas positivas, que trabajamos las feinetes a su ritmo. Y que están saliendo aficiones: como la cocina; marcarse discursos encima de una escalera a lo kids speaker's corner. Y rutinas de las que se pelean por hacer como es limpiar, y poner la mesa.