Sostiene Joaquim Coello que "es preciso aprovechar el potencial de empatía que generan Menorca y los menorquines, porque lo mejor aún está por llegar". En estos tiempos difíciles y de incertidumbres proclama que "el futuro será mejor" y señala que "los menorquines necesitan con urgencia creer más en ellos mismos". Un mensaje de confianza, coraje y optimismo.
A los escépticos y descreídos hay que pedirles que observen para descubrir el potencial de las empresas que pueden impulsar proyectos innovadores e iniciativas transformadoras en la Isla.
En el sector lácteo y quesero contamos con Francisco Tutzó en Quesería Menorquina, Pedro Pons Bagur en Sa Canova, Bosco Triay al frente del Consejo Regulador y la nueva etapa que ahora emprenderá Coinga con Santiago Tadeo.
Manel Adell aporta conocimiento y renovación desde Son Felip y Algaiarens con la agricultura orgánica. Elaboramos aceites maravillosos y vinos que son valorados y demandados, con nombres y apellidos: Binitord, Sa Cudia, Binifadet, Torralbenc, Son Cremat, Sant Patrici, Ferrer de Muntpalau, Sa Forana, Sa Marjaleta... y hay otras audaces inversiones vitivinícolas en marcha.
No todo es turismo, aunque en este sector también creamos producto propio, como han hecho José G. Díaz Montañés y Luis P. Casals o quienes apuestan por los hoteles rurales con encanto. Está por desarrollar el extraordinario proyecto de Víctor Madera en varios llocs de la Isla, con una apuesta a favor de la recuperación del patrimonio.
En bisutería y calzado descuellan las trayectorias acreditadas de Jaime Mascaró, Santiago Pons Quintana y Vidal&Vidal, hoy en las segundas generaciones. Está aquí la oportunidad del coche eléctrico. Y una energía cultural de primer orden con Pedra Viva, Joventuts Musicals, Líthica, Teatre Principal, Illanvers y ópera.
Falta aún el impacto del centro Hauser&Wirth en la Illa del Rei.
Si le añadimos el teletrabajo, lograremos transformar Menorca.