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Sin flash

Vivir sin miedo

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Ese es el objetivo: vivir sin miedo. Aunque el miedo es una emoción básica que puede ser útil para esquivar algún peligro, inminente o futuro. Las amenazas nos pueden atemorizar o prepararnos para la defensa, también para el ataque. Le oí decir a una mujer valiente hace poco: el miedo baja nuestras defensas. Hay un temor que paraliza, deprime, angustia de manera muy poco adaptativa. Tanto da si es un león, una enfermedad o un rechazo... es preciso reaccionar pronto, actuar de manera adecuada y superar la situación sin dejar que el malestar se cronifique, incluso se somatice. Vivir sin miedo se aprende, se practica, se conquista cuando se tiene claro el enemigo.

Lo normal es que nos quieran amedrentar. Que utilicen eso de «van a entrar ladrones en tu casa» para vendernos alarmas. O si no me votas a mí, se hundirá el mundo. Cuando éramos pequeños veíamos películas del Oeste. De indios y cowboys. Estaba claro lo de buenos y malos. Con el tiempo, esta visión tan simple y tergiversada fue decayendo para darnos cuenta de la complejidad de lo real. Habíamos madurado. Ahora, nos quieren retrotraer a la visión maniquea. Solo hay dos bandos: unos buenos, otros malos, malísimos. La situación de megacrisis es un buen caldo de cultivo para vendernos el mensaje simplista e imponer la visión obligatoria.

Si nos dejamos vencer por el miedo y desmoralizamos por la crisis, nos habremos convertido en esclavos de poderosos intereses.

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