La presidenta Armengol viene hoy a Menorca para reunirse con los agentes sociales y económicos, que califican las ayudas de «insuficientes» y piden presionar al Gobierno central. También asistirá a la Junta de Alcaldes, a los que el Govern incluyó en el plan exprés de 102 millones de euros, cuando se vio soprendido y desbordado por las primeras manifestaciones de protesta empresarial en Palma.
El Ejecutivo autonómico mantendrá las restricciones, lo que significa renunciar a la Semana Santa y la temporada de este año es una incógnita porque Reino Unido desaconseja hacer reservas para el verano, apostando por las vacaciones en el propio país (staycation) y Alemania quiere reducir los vuelos internacionales «casi a cero». Nos quedará el turismo español... si le dejan viajar.
Con Balears en recesión y una caída interanual del PIB regional del 20 por ciento durante el cuarto trimestre -la más severa de España-, Armengol debería apoyar la exigencia de desarrollo y aplicación del Régimen Especial de Balears que aprobó el Consejo de Ministros en febrero de 2019. Le incomoda a la presidenta el recurso de inconstitucionalidad contra los Presupuestos Generales de este año, al incumplir las compensaciones sobre insularidad, porque pone en evidencia a Pedro Sánchez.
Con Balears a la cola en la distribución de las vacunas, el incumplimiento de REB y un malestar social en aumento, la presidenta de la Comunidad Autónoma recuperaría su credibilidad con una actitud más reivindicativa. Porque la recuperación se aleja, el paro se ha convertido en una tragedia, cierran las empresas y los autónomos están paralizados. En lugar de pedir unidad a Gabriel Company -como hace Sánchez cuando se dirige a Pablo Casado en el Congreso-, Armengol demostraría valentía, contundencia y autoridad si exige al presidente del Gobierno lo que hoy reclama a la oposición. Balears no puede seguir liderando la crisis.