Bueno, sí, cuando los días son grises todavía me acuerdo de Sacha Distel y su canción titulada en español En casa de Irene. Tenía una introducción hablada que afirmaba: «Los días grises son como calles silenciosas de un pueblo desierto y sin cielo». Y luego se ponía a cantar: «En casa de Irene se canta y se ríe. Etc.». Tenía una voz profunda, no sé si aterciopelada o algo así, sugestiva. Yo entonces vivía en un pueblo casi desierto en invierno, pero con cielo. Lo que ocurría en los días grises era que desde el castillo de Sant Nicolau, en Ciutadella, se dejaban de ver las montañas de Mallorca. O sea que eran días grises sin montañas. Desde luego, la introducción de la canción contrastaba con las estrofas cantadas, como para dar más relieve a la alegría de juntarse con amigos para cantar en bares o en la casa de Irene. Lo cierto es que nunca vi a Irene. Pero parece que sí, que en los días grises todo parece más feo, más sucio, parece que incluso los olores son más desagradables, los hedores más fétidos. En ese sentido se explicaría que los andaluces, con un clima más cálido, sean más alegres que nosotros, y que los países nórdicos, donde el frío es tan tópico como nuestros calores, estén habitados por gentes más serias y trabajadoras. Una vez estuve en Frankfurt por Navidades. No había mucha gente en la calle; la gente estaba en locales bien caldeados, muy juntita, bebiendo cerveza con una concentración propia de gente concienzuda. En Dublín ocurría lo mismo; había pubs donde no era conveniente entrar si no te gustaba la cerveza o no querías cantar a coro con los parroquianos. Fuera hacía un frío que pelaba. Estuve buscándola un rato, pero no encontré la casa de Irene.
Dicen que la gente es más feliz en climas templados, pero los irlandeses parecían la mar de felices a cubierto. Aseguran que los inviernos suaves y los veranos más fríos hacen que sea posible disfrutar del aire libre todo el año y que eso se asocia al hecho de sufrir menos estrés y gozar de más bienestar. Otros estudios afirman que los crímenes violentos aumentan tanto con el calor como con las lluvias extremas. Existen al parecer personas con tendencia al optimismo y otras con lo contrario, más bien pesimistas; pues bien, dicen que el viento y la poca luz solar empeoran el estado de ánimo negativo, y al contrario, el buen tiempo lo mejora. Tal vez por eso deberíamos aplicarnos el refrán que aconseja: «al mal tiempo, buena cara», y marcharnos todos a la casa de Irene.